El tantrismo es un conjunto de prácticas de origen hinduísta y de la religión bon tibetana, que aspira a una absorción del yo individual como parte del Todo Indivisible. Para ello, se recurre a técnicas de visualización y meditación, y se practican ritos de comunicación y de unión sexual con una pareja.
Para el tantrismo hay una conciencia universal que permea todos los entes materiales, que los hinduístas llaman Shivá, la fuente original. Śakti, la energía, es el vehículo mediante el cual la consciencia individual se une con la conciencia pura o divinidad. Esa energía es representada como la esposa de Shiva, en muchas representaciones, como en la unión de ambos en el relieve que encabeza este post (de un templo de Khajuraho, en Madhya Pradesh).
Sin embargo, como afirma el Rigveda: «Él, que es descrito como un varón, es también la hembra y el ojo penetrante que no falla en verlo». Shivá no es propiamente masculino, sino que es a la vez femenino, y esto se subraya a veces representándolo en la forma de Ardhanari (o Ardha-Nariswara), una deidad hinduista andrógina compuesta por el dios Shiva y su consorte Shakti, que representa la síntesis de las energías masculinas y femeninas. La forma de Ardhanari también ilustra cómo Shakti, el principio femenino de Dios, es inseparable de Shiva, el principio masculino de Dios.
Ardhanari
Dentro del movimiento de la New Age, el tantrismo original indio y tibetano fué reducido a un conjunto de recetas de «yoga sexual» para parejas, sazonada con distintas creencias mágicas y neopaganas, con muy poco énfasis en el objetivo último del tantra que sería la disolución del yo.
Pese a la forma adulterada en la que se suele presentar, el tantrismo sexual, que es una parte del tantrismo, puede ser de ayuda si tales recetas sexuales simplificadas se usan de una forma meditativa, y no como una ampliación de la búsqueda de estimulos del ego.
El maithuna o unión sexual sagrada
Para el tantrismo toda mujer es una diosa. Percibir esto conscientemente es un preámbulo necesario para el maithuna o unión sexual sagrada. Para lograr esta conciencia, uno puede tratar de rememorar la manera como de niño uno veía a su madre; o bien recordar cómo veía a la mujer de la que estuvo enamorado; o meditar sobre el origen de los seres humanos, todos los cuales fueron creados por una madre. Los practicantes tántricos de la India tratan de ver cualquier mujer como una encarnación de Shakti, la Diosa, independientemente de las cualidades prosaicas que la mujer concreta pueda poseer.
El tantrismo considera la relación sexual como una fiesta amorosa de exaltación de las energías cósmicas, y de disolución del ego. La eyaculación masculina es considerada un incidente inoportuno y grosero, que mata por un tiempo todo deseo de acercamiento a la mujer. Tal incidente mata la posibilidad de seguir sublimando el deseo en forma de amor místico, salvo si uno es capaz de contemplar la eyaculación también de forma meditativa.
El tántrico no intenta imponer su identidad aislada, ni apropiarse de la identidad de su pareja sexual. Está plenamente «aquí y ahora», vivo y representando a la Vida. Se es uno con la pareja y tras muchos maithuna meditativos puede estar dis puesto a convertirse en uno con todas las formas concretas de ser. Se trata de una forma de meditación entre dos que sólo al principio parece menos satisfactoria que la relación sexual habitual. Como afirmaba Rajneesh: «Haced del sexo una meditación entre dos. No lo combatáis, no os opongáis a él. Sed amistosos frente al sexo. ¡Vosotros sois una parte de la naturaleza! En verdad, el acto sexual no es un diálogo entre un hombre y una mujer, es un diálogo del hombre con la naturaleza a través de la mujer, y de la mujer con la naturaleza a través del hombre. Durante un instante os insertáis en la corriente cósmica, en la armonía celeste, estais de acuerdo con el Todo. Así el hombre se realiza a través de la mujer y la mujer a través del hombre (…) Cuando seáis capaces de ser espectadores de vuestro acto sexual, lo trascenderéis, porque observándolo os liberáis de él (…) Si entrais conscientemente en el sexo, no sois un instrumento ciego en manos de la evolución biológica. Vosotros no estais verdaderamente allí (…) Si llegáis a ser capaces de conciencia en el acto sexual, éste se convertirá en una profunda meditación. La inmovilidad relativa de la Vía del Valle es muy propicia para esto» (Rajneesh, citado por Van Lysebeth).
En el maithuna él debe acompañar elásticamente el ritmo que imponga ella, sea éste rápido, lento, amplio o superficial. El tantra desaconseja la habitual postura del misionero porque no facilita el control de la eyaculación masculina. Suele haber, además, un reflejo condicionado muy establecido entre esa posición y la eyaculación que conviene romper ensayando posturas menos conocidas. Se aconseja que la pareja experimente sus propias posturas a partir de las posturas clásicas que permiten a la mujer tener un papel activo, y no prever con antelación la postura que se va a utilizar, sino decidirlo sin hablar ni pensar demasiado, en el mismo momento del encuentro.
Las posturas clásicas recomendadas son:
– Upavishta. Todas las variantes en las que Shakti está sentada a horcajadas sobre Shiva. Hay distintas variantes: la postura del misionero invertida; ésta misma pero con él sentado sobre un puff o asiento alto y ella sentada sobre él; él sentado en «posición de semiloto» y ella sentada encima de él, etc. (véase la figura siguiente para algunos ejemplos).
– Upavishta asimétrica. Shakti se sienta sobre su cóccix y sus nalgas un poco inclinada hacia atrás, con las manos sobre el suelo para conservar el equilibrio. Shiva se coloca en la misma posición. El lingam y el yoni quedan frente a frente. Luego Shakti pone su muslo derecho sobre el muslo izquierdo de su compañero, que a su vez pone su muslo derecho sobre el izquierdo de Shakti. Como los cuerpos quedan un poco inclinados hacia atrás, los amantes se sostienen mutuamente por la parte alta de los brazos con las manos. Esta variante es ideal para concentrarse en la mirada de los ojos del otro. Facilita además generar un balanceo que se puede sincronizar con el ritmo respiratorio. Se inspira al inclinarse hacia atrás y se espira al volver hacia delante. El resultado es que cuando él inspira, ella espira. Esta postura no es tan erótica como otras posturas, facilitando el control de la eyaculación, y crea un estado de fascinación recíproca cercano a la hipnosis, facilita la percepción del estado del otro; y crea una interpenetración psíquica profunda, sobre todo si están enamorados el uno del otro. Esta posición es eficaz incluso sin contacto genital.
– Uttana-Bandha. Postura del misionero con él en cuclillas. Al estar ella relativamente inmovilizada, él no tiene que temer movimientos inesperados de ella que le puedan hacer perder el control de la eyaculación.
– Tiryakasana. Posturas de lado. En una de sus variantes más sencillas, ella permanece acostada sobre su espalda, con su pierna derecha sobre la cintura de él, mientras él reposa de lado, con sus piernas rodeando la pierna izquierda de ella.
– Janujugmasana. Postura en «X». Ambos están tumbados boca arriba con las piernas entrelazadas en forma de “X”. Hay distintas variantes; la figura siguiente muestra una de ellas.
– Parshva Piditaka. En esta posición retrolateral, ella está acurrucada tumbada sobre un lado y a sus espaldas él reposa lateralmente, pero más estirado que ella, contactándola en toda su zona glútea y parte superior de las piernas. La posición es muy útil si ambos quieren quedarse dormidos unidos genitalmente sin cambiar de postura durante mucho tiempo.
El control de la eyaculación
El tantrismo recomienda al hombre entrenarse en el control de su eyaculación para retardar ésta lo más posible e, idealmente, de forma permanente.
Los músculos que controlan la salida de la orina son los mismos que controlan la salida del esperma, por lo que un ejercicio recomendado es fortalecer su control orinando «por escalones» sucesivos más que en un chorro continuo. Se expulsa la orina un par de segundos y luego se retiene entre dos y cinco segundos, antes de continuar el mismo proceso varias veces, hasta que la vejiga esté vacía. Se contraen fuertemente y a la vez los dos esfínteres y el músculo elevador del ano.
Otro ejercicio tántrico recomienda contraer fuertemente estos músculos durante la erección, para a continuación distenderlos cuando se acerca el punto límite. Hace esto varias veces seguidas tiende a debilitar la erección, alejando la eyaculación.
Cuando la eyaculación está cerca, aparece una fuerte tensión en los músculos de las nalgas, del vientre, de la parte inferior de la espalda y del lingam. Para retrasar la eyaculación o impedirla, hay que pensar en todos esos músculos y relajarlos, sobre todo los del lingam, usando la respiración. Hay que estar muy conscientes de la experiencia en curso y a la vez de la propia respiración. Espontáneamente, el cuerpo tiende a espirar cuando el lingam empuja y a inspirar cuando el lingam se retira. Este ritmo se puede mantener mientras se navega por aguas tranquilas. Sin embargo, cerca del punto límite es útil invertir el ritmo espontáneo: espirar en la retirada del lingam e inspirar en cada entrada. O bien, durante todo el contacto, adoptar una respiración lenta, profunda, repartiendo cada inspiración y espiración largas en varios vaivenes sucesivos. La pareja puede quedarse inmóvil durante un tiempo para evitar la eyaculación, mientras practica la segunda variante de respiración comentada. Esto es común en muchas culturas: «En el límite, si el taoísta teme eyacular, retira su Pico de Jade dejando sólo el glande introducido. Después de 20 o 30 segundos sin moverse, calmado, retomará los golpes».
Otra técnica eficaz es inspirar por tramos (por la nariz) y espirar de una sola vez (por la boca). El lingam entra con una inspiración parcial, se retira en retención de la respiración, vuelve a entrar con inspiración parcial, se retira en retención, y así hasta que los pulmones estén llenos, tras unos cinco a nueve tramos. Después, el lingam se retira espirando de un solo golpe por la boca con un «ha». Es más sencillo hacerlo que explicarlo.
Si uno ha llegado al punto límite en que un movimiento de más desencadenaría la eyaculación, deja de moverse, respira lenta y muy profundamente, e imagina que uno se aguanta la orina o incluso que la re-aspira. Al mismo tiempo, hay que relajar la cintura abdominal y las nalgas, pues si en el punto límite uno retiene la respiración y endurece las nalgas y la banda abdominal, como se hace habitualmente, hay una alta probabilidad de eyacular.
A estos procedimientos se puede añadir jiva bandha, que consiste en doblar la lengua al máximo y colocarla lo más lejos posible hacia atrás, en contacto con el velo del paladar.
Otro truco para el punto límite, éste de origen taoísta, consiste en hacer rechinar los dientes apretándolos al máximo, y apretar los párpados tan fuertemente uno contra otro que se sienta una vibración en las orejas.
La Shakti experimentada siente cuando Shiva está en el punto límite, y lo ayuda dejando de emitir sonidos de placer, no moviéndose,y concentrando toda su atención en la experiencia. Como dice Van Lysebeth, «mucho depende de ella, pues pocos hombres pueden resistir el asalto de una mujer apasionada que quiere su esperma (…) Sólo la Shakti que tiene la oportunidad excepcional de unirse a un Shiva tántrico experto puede dejarse ir sin restricción y sin provocar una eyaculación intempestiva.»
En la China antigua, si la eyaculación parecía inevitable, el varón se apretaba fuertemente con los dedos gordo e índice de la mano izquierda, durante tres o cuatro segundos, la zona entre el escroto y el ano (el bulbo), haciendo a la vez una profunda inspiración. Este procedimiento puede impedir la eyaculación, pero si a pesar de ello se produce, el esperma no sale del lingam sino que se vierte internamente, probablemente hacia la vejiga urinaria.
A diferencia del taoísta, cuando el tántrico no ha podido inhibir la eyaculación, acepta que se produzca dentro del yoni (suponiendo que las precauciones anti-conceptivas están resueltas). Lo único que lamenta es que interrumpa la meditación entre dos antes de su término y que apague el deseo por un tiempo más o menos largo.
Hay que evitar que los movimientos pélvicos vayan amplificándose hasta convertirse en golpes largos y profundos. Los movimientos fuera de los periodos de alerta son rítmicos y armoniosos como en una danza. Shakti permanece atenta y evita que se instalen los amplios movimientos instintivos de la pelvis, dirigidos desde la región genital. Ella puede, y debería intentar, llegar al orgasmo sólo con movimientos imperceptibles, a su ritmo. Shiva acompaña el ritmo de Shakti en sus variaciones sutiles, conservando el contacto de pubis contra pubis para reducir los movimientos relativos yoni-lingam.
Los acharyas tántricos aconsejan la penetración por tramos: después de haber aspirado el glande, Shakti absorbe el lingam en un tercio de su longitud, luego en dos tercios y después todo. O bien aconsejan cambiar de posición después de la penetración y escoger el asana lateral, que permite movimientos bastante amplios de la pelvis femenina, pero como Shiva aprieta un muslo de Shakti entre los suyos, el vaivén del lingam es muy limitado. Además, el pubis masculino, perpendicular al de Shakti, estimula su clítoris, lo cual intensifica su goce sin demasiados riesgos de eyaculación para Shiva.
De esta foma, calmados, distendidos y sin prisa, los amantes permanecerán sin dificultad unidos una o dos horas.
Fortalecimiento de los músculos del yoni
Una musculatura fuerte y elástica en la región de la vagina y el peritoneo facilita el parto y confiere a la mujer una importante baza de seducción. Además, permite el «lenguaje secreto» que se puede establecer durante el maithuna, y permite a ella ayudar a él a controlarse.
El control de la musculatura vaginal es enseñado de madres a hijas en ciertas regiones del sur y sureste de la India. El control de estos músculos permite que ella sea capaz de apretar el lingam voluntariamente con su yoni como si de una mano se tratase. Los gurús tántricos también enseñan esa técnica, llamada sahajoli, que formaba parte también de la educación de las devadasis, o bailarinas secretas de los templos hindúes y de las hetairas griegas.
Según el sexólogo Alex Comfort, «toda mujer puede aprender a utilizar sus músculos vaginales y pelvianos dirigiendo a ellos su atención». Para identificarlos y poderles prestar atención individualmente conviene conocer su estructura, que se ilustra en la figura siguiente.
Esta misma estructura muscular y anatómica es la que tiene el varón, con la salvedad de que la vagina está cerrada y el clítoris está hipertrofiado, por así decirlo, y ha englobado a la uretra.
Lo primero es tomar conciencia de estos músculos; para ello son útiles los ejercicios siguientes:
Observe mediante un espejo la región situada entre el ano y la vagina, llamada nódulo del perineo. Coloque dos dedos en ese nódulo e intente contraer y sentir el movimiento de dicha región, visualmente y con el tacto interno.
Para la contracción de los músculos de la parte anterior del perineo, inclínese hacia delante con los miembros inferiores separados y apoyando los antebrazos; en esta posición contraiga el suelo pélvico en un intento de cerrar el orificio vaginal. Un varón puede hacer lo mismo pero tratando de contraer el músculo bulbo-cavernoso; este ejercicio es similar al de tratar de detener el chorro de orina, comentado en la sección anterior.
Para realizar la contracción de la parte posterior del perineo, sitúese reclinad@ hacia atrás y apoyándose sobre la parte más posterior de la pelvis. En esta posición contraiga la parte posterior del perineo intentando cerrar el orificio anal.
Para despertar las sensaciones provenientes de dichos músculos y llegar a controlarlos a voluntad son útiles los ejercicios siguientes:
Perineo Posterior
Adopte una posición con la columna estirada. Inspire profundamente y contraiga (apriete) el músculo elevador del ano (esfínter anal) durante 5 segundos; espire lentamente (expulse el aire) vaciando los pulmones y relaje todo el cuerpo hasta sentir el deseo de inspirar otra vez; repita este ciclo 10 veces.
Perineo Central
Adopte una posición con la columna estirada. Inspire profundamente y contraiga el músculo bulbo-cavernoso tratando de cerrar la vagina o la base del pene durante 5 segundos; espire lentamente vaciando los pulmones y relaje todo el cuerpo hasta sentir el deseo de inspirar otra vez; repita este ciclo 10 veces.
Perineo Anterior
Adopte una posición con la columna estirada. Inspire profundamente y contraiga el músculo bulbo esponjoso tratando de cerrar el esfínter o la base del pene durante 5 segundos; espire lentamente vaciando los pulmones y relaje todo el cuerpo hasta sentir el deseo de inspirar otra vez; repita este ciclo 10 veces.
Ejercicio conjunto
Adopte una posición con la columna estirada. Inspire profundamente y contraiga con fuerza todos los músculos del suelo pélvico subiéndolos hacia dentro durante 5 segundos; espire lentamente vaciando los pulmones y relaje todo el cuerpo hasta sentir el deseo de inspirar otra vez; repita este ciclo 10 veces.
Conforme vea que aumenta su control sobre dichos músculos puede ir incrementando también la intensidad de las contracciones y disminuyendo el número de ciclos o series. En esta fase, puede ser útil introducir en la vagina dos dedos de la mano, bolas chinas como las que se muestran en la figura, o cualquier juguete erótico con forma de pene.
También puede resultar especialmente gratificante el ejercicio de pareja mientras se hace el amor, si ambos han hecho el trabajo personal previo. El ejercicio consiste en alternar el apriete y succión de los musculos de la vagina, como si de una mano ordeñando se tratara, a la vez que el varón ejercita la erección y expansión de los músculos del pene.
Un ejercicio avanzado de perfeccionamiento consiste en introducir una varilla de unos 20 centímetros en la vagina, y tratar de moverla primero de adelante hacia atrás, y luego, con más ejercicio, lateralmente. Por último, la dificultad máxima consiste en lograr mover la varilla en el sentido de las agujas del reloj, y después en el sentido contrario.
El suelo pélvico
Ponga en el suelo una alfombra o manta bien enrollada en forma cilíndrica, y siéntese encima a horcajadas, con la vulva y el cóccix en estrecho contacto con el cilindro. Deslice la mano izquierda entre el cilindro y la vulva, a la que cubre. Inserte el dedo gordo en la vagina. Deslice la mano derecha detrás de la espalda y toque con el dedo gordo el espacio entre el cóccix y el ano. Con los ojos cerrados, inspire profundamente, vacíe los pulmones a fondo, retenga la respiración y contraiga al máximo el músculo-hamaca hasta hacer vibrar todo el suelo pelviano. Bajo el dedo gordo de la mano derecha hay que sentir moverse el cóccix impulsado hacia delante. La mano izquierda sentirá reaccionar la vulva y el dedo dentro de ella quedará apretado. El músculo del suelo pélvico es principalmente el llamado elevador del ano. Este músculo está compuesto en realidad por tres: el pubocoxígeo o músculo púbico situado en la base de la pelvis; los ileocoxígeos del ileón y el coxis y los puborrectales que cierran el esfínter anal. En esta fase inicial, es normal que se contraigan simultáneamente el músculo púbico, ileocoxígeo y los esfínteres del ano junto con las nalgas: la disociación consciente entre algunos de estos músculos se producirá más tarde con el entrenamiento.
Cuando la retención de aire se vuelva desagradable, inspire y relaje el suelo pelviano. Haga dos o tres respiraciones normales y recomience. Haga esto cinco veces. El ejercicio puede hacerse también sobre el brazo grueso y cómodo de un sofá o butaca.
El ginecólogo Arnold Kegel fue el primero en descubrir que una de las causas principales de la frigidez femenina era la debilidad, por falta de ejercicio, de los músculos vaginales y, sobre todo, del músculo elevador del ano. El descubrimiento lo provocó el tratamiento de una paciente norteamericana de 42 años que, tras 20 años de matrimonio, no había tenido nunca un orgasmo, limitaba su sexualidad a unos breves contactos cada año, y sufría de sequedad crónica de la vagina. Además sufría incontinencia de orina cada vez que tosía, estornudaba, levantaba un peso o corría. La primera consulta con Kegel reveló una atrofia de los músculos vaginales, muy distendidos. Kegel le recomendó un entrenamiento de estos músculos, con ejercicios similares a los comentados arriba, y después de tres meses la capacidad de ejercer presión de los músculos vaginales había subido de cero a 22 mm Hg. La mujer comentó que la enuresis había desaparecido, que ella y su marido tenían ahora varios contactos por semana, y que había experimentado por primera vez un orgasmo.
Cinco minutos diarios de estos ejercicios producirán efectos visibles en pocas semanas. La mayoría de ellos, con pequeñas modificaciones y sin usar accesorios, pueden practicarse en cualquier momento y lugar, incluso en el metro. Aunque puede ser más cómodo y relajado hacerlos en la cama justo antes de dormir o de levantarse.
Un ritual tántrico adaptado a occidente
Antes de un encuentro tántrico, hay que adoptar una actitud respetuosa con uno mismo, con la otra persona y con el mundo. Según el Lukarnava Tantra, VI: “El adorador entra en el ritual cuando accede al estado de conciencia en que percibe la divinidad … en que se ofrece a lo divino. Para ello, hay que tomar conciencia de la propia divinidad”. Para el tántrico de la India, el cuerpo es divino; y a un occidental agnóstico no le viene mal considerarlo como algo mágico, demostración de lo que el cosmos sabe hacer.
Se prepara un pequeño “altar” en el propio dormitorio o en otro lugar recogido de la casa. Puede ser una pequeña mesa baja, cubierta de una tela preciosa, seda por ejemplo. Encima se pondrá algún objeto simbólico adecuado, como un yantra; un triángulo rojo, con una vela en el centro que represente a Shiva; un lingam; una estatuilla de Shiva nataraja (danzante); una imagen que represente a Shiva y a Shakti… Si no tiene nada de lo anterior, una simple piedra erguida representa para los habitantes del sur de la India la unión de Shiva y Shakti. En ese caso, coloque un poco de arena en un recipiente hemisférico y plante allí una hermosa piedra ovoide. Es conveniente también algún objeto que represente el maithuna cósmico que represente la unión de los principios cósmicos masculino y femenino.
Figura. El Sri Yantra, que se compone de nueve triángulos yuxtapuestos y colocados de forma que dan origen a 43 pequeños triángulos. Cuatro de los nueve primeros triángulos están orientados hacia arriba y representan simbólicamente la energía cósmica masculina Śivá; los otros cinco triangulos se orientan hacia abajo y representan la fuerza femenina Śakti. Estos triángulos están rodeados de un loto de ocho pétalos que simboliza a Vishnú. Envolviéndolo, un loto de dieciséis pétalos, representa el poder del yogui sobre la mente y los sentidos. Encerrando este loto se encuentran cuatro líneas concéntricas que se conectan simbólicamente con los dos lotos. La triple línea que lo rodea designa la analogía entre el universo entero y el cuerpo humano.
La habitación debería estar completamente limpia y a una temperatura confortable para estar desnudos, de unos 21 a 24 grados centígrados. A ser posible, el suelo debería ser de madera o estar cubierto por alfombras u otro material que permita caminar descalzos sobre él. El sitio es conveniente que esté en penumbra, iluminado tenuemente por algunas velas.
Un jarro en forma de ánfora puede simbolizar el útero materno y el útero cósmico y se puede llenar de agua coloreada. Una concha evocaría a nuestra Madre arcaica, la mar. Son necesarias algunas flores, símbolos de la belleza del universo.
En la India los mismos participantes preparan el altar antes del ritual, adoptando mientras lo hacen una actitud meditativa. Antes, también se han duchado y perfumado, por razones higiénicas y eróticas y como símbolo de purificación.
Ponga un fondo musical bello, para crear un clima de “lujo, calma y voluptuosidad”. Si los tiene, encienda tres o cuatro bastoncitos de incienso indio. Hay inciensos que contienen sustancias que son afrodisíacas al ser quemadas e inhaladas, tales como: albahaca, artemisa, ajenjo, cilantro, enula campana, o lirio. Si no hay incienso, puede valer un poco de perfume suave, o un vaporizador con aceite aromático.
Los participantes, vestidos con ropa liviana de seda, se sientan, lado a lado, sobre la alfombra mullida, frente al altar. Las rodillas pueden tocarse, lo mismo que las manos, para establecer un primer contacto físico discreto. Luego, mirando fijamente la llama, que debe ser estable y corta, observan su respiración en el lugar del cuerpo donde ésta sea más evidente (el roce del aire con la nariz, con la garganta, el movimiento oscilante del abdomen… La columna vertebral está recta, pero relajo lo más posible todos los músculos, hasta los del rostro. Los ojos están entreabiertos. Tras un tiempo prefijado, por ejemplo veinte minutos, la persona que lidere la ceremonia, golpea una campana o un cuenco metálico para finalizar la meditación.
Distintas formas de meditación pueden probarse aquí. Una es la visualización de la Vida. Primero, estando presente, escucho todas las sensaciones de mi cuerpo. Se puede empezar por la planta de los pies, seguir por las piernas, el tronco, la nuca, la cabeza; luego mi atención parte de las palmas, y sube a los brazos, los hombros, hasta llegar otra vez a la nuca y la cabeza. Mis pensamientos se van apaciguando y se calman. A la vez, soy siempre consciente de la respiración que va y viene. Me doy cuenta de lo asombroso de encontrarme con vida, aquí y ahora, en un cuerpo humano. Tomo conciencia de que esta vida me ha llegado a través de mi madre, que la recibió de su madre, y así sucesivamente. Trato de recuperar el recuerdo feliz más antiguo sobre mi madre, y luego sobre mi abuela. Les agradezco sinceramente haber transmitido la llama de la vida hasta mí. Soy consciente de que esa vida a atravesado miles de millones de años y que, en este momento, yo soy esa Vida. Agradezco a todos los azares que tuvieron que darse para que yo esté aquí en este momento.
Si los participantes están nerviosos porque es su primera ceremonia, o no se conocen lo suficiente, o por cualquier otra causa, una meditación alternativa que usa el tantrismo tibetano para generar confianza es la de liberar el “caballo de viento”. Los participantes se sientan en meditación, y el que lidera la ceremonia propone a todos: “estate presente”; uno entonces presta atención a todas las sensaciones exteriores e interiores que se presenten, con completa ecuanimidad. Tras unos minutos, el líder propone: “siente, abajo, la tierra que te sostiene y te da seguridad, y arriba el espacio (el cielo) que te da la libertad de ser lo que quieras”; uno entonces deja entrar esas palabras en su mente y es consciente de esos fundamentos básicos de la propia existencia. El líder continúa: “siente que la tierra y el cielo se juntan en tu propio cuerpo”; uno deja entrar esas palabras en su mente y se concentra en sentirlas en su propio cuerpo. Luego continúa: “contempla con claridad qué siente tu corazón en este momento”… «siente que tierra y cielo se juntan en tu corazón»… “concéntrate”… “focaliza tu atención sobre esos sentimientos” … “concéntrate más”… “no atiendas a nada que no sean esos sentimientos”…”concéntrate todo lo que puedas, hasta el límite” …
Cuando el meditador está en el máximo de su concentración focalizada el líder golpea fuertemente una tabla contra otra o las palmas de sus manos… Este sonido súbito saca al meditador de su esfuerzo de concentración y provoca instintivamente un abandono total del esfuerzo anterior, generando una salida súbita de todas las preocupaciones, pensamientos o intenciones, lo cual genera una confianza instantánea. El ejercicio es practicado también por los meditadores tántricos antes de enfrentarse a una situación delicada en la vida cotidiana, tal como una presentación en público que nos resulta importante.
Tras la meditación, los participantes abren los ojos y, en la misma posición, se impregnan de los objetos simbólicos presentes y de su significado, dejándolos entrar en la conciencia, pero siempre sin intelectualizar sobre esos significados.
Con la mente en calma, ella y él se pondrán frente a frente, sentados en posición del sastre, por ejemplo, con las rodillas tocándose, igual que las manos. Se mirarán a los ojos, penetrándose de su presencia recíproca y abriéndose a las sensaciones y sentimientos que aparezcan en el momento.
Sin prisa, después de algún tiempo, él pondrá entre los dos la fuente con ofrendas comestibles tales como galletas, frutas, zumos de fruta, pequeños platos preparados, y alguna bebida afrodisíaca y que potencie la energía corporal, como té con ginseng siberiano (eleuterococo), ginseng, canela, guaraná, jengibre, o L-arginina. Otros alimentos con un ligero efecto afrodisíaco, que pueden utilizarse solos, en ensaladas o en infusión, son: ajedrea; apio; cardamomo; chocolate; curry; granada; higo; jalea real; mariscos; menta; miel; nuez moscada; aguacate; páprika; pimienta; y el curry (una mezcla de jenjibre, nuez moscada, pimienta, cúrcuma, mostaza, cardamomo, páprika, clavo de olor, canela y anís). La yohimbina y la corteza de yohimbe se pueden utilizar en casos de disfunción eréctil, pero con mucho cuidado, pues el intervalo entre una dosis eficaz y una dosis peligrosa es muy estrecha.
Ella repartirá el alimento, luego comerán en silencio pensando que el alimento pasará a formar parte de sus propios cuerpos y que dependemos del mundo exterior para sobrevivir.
En un bol hemisférico, ella echará vino tinto de calidad, beberá lentamente un trago o dos, mirando a su compañero a los ojos, luego ella se lo ofrecerá, y él beberá también: el bol pasará del uno al otro. Cuando esté vacío, volverán a su actitud de meditación profunda durante algún tiempo.
Ella entonces se quita su vestido de seda y en su desnudez será la encarnación de la Shakti cósmica.
Si ambos participantes son amantes de la danza, una buena idea es introducir en este momento del mathuna un baile que conozcan, y que se baile en forma abrazada o separada. En ambos casos, los participantes pueden estar completamente desnudos. Ambos deben desconectar la mente, olvidarse de la vergüenza y las inhibiciones, dejarse llevar por la música y por las emociones, liberar todas las zonas del cuerpo, especialmente el área de la pelvis, respirar de manera consciente, y acompañar a la música con todo el cuerpo, no sólo con las manos y los pies. Ambos deben permitirse que el contacto crezca en intensidad y sensualidad, en los momentos más bellos o más intensos de la música, y dejar que los abrazos, los roces y las caricias por todo el cuerpo hagan que la pasión, el fuego y el deseo se entremezclen con total libertad, sin tapujos.
Tras ello, es conveniente suspender los movimientos y entrar lentamente en un estado de paz, quietud y armonía, sintiendo cómo el fuego interno se va distribuyendo por todo el cuerpo, y se va aquietando. Abraham Vatek describe tipos de danza específicas que pueden también emplearse.
La iniciativa de las primeras caricias debería recaer en la Shakti. En la India, se tocan diversas partes del cuerpo del otro en un orden bien definido por los nyasa. En occidente, puede ser más sencillo que ella comience desnudando y masajeando el cuerpo del Shiva de la manera que, intuitivamente, considere apropiado al momento presente y para despertar las energías del cuerpo. A continuación, puede tenderse para que sea él quien masajee su cuerpo. Debe haber un acercamiento lento y respetuoso y una escucha recíproca y pausada. Es adecuado usar aceites de masaje con esencias ligeramente afrodisíacas, como el de canela, ylang-ylang, jazmín, cedro, sándalo, vainilla o patchouli.
La culminación del ritual es el maithuna o adoración en forma de unión sexual. Esta parte también se puede adaptar al gusto particular de los participantes, de común acuerdo, pero en la India comienza cuando la Shakti se sienta sobre el muslo izquierdo del Shiva, que comienza a adorar su yoni no afeitado (en occidente, esto puede dejarse al gusto de ella). Él unta entonces el yoni con una pasta de sándalo, que aquí podría sustituirse por aceite de coco o aceite de almendras con esencia. Así, el yoni se asemeja a “una flor encantadora”. El adorador le ofrece una nueva copa y le pinta en la frente una media luna de color rojo bermellón. Mientras, ambos toman conciencia de las fuerzas lunares (femeninas) presentes en Shakti.
Foto: Unión sexual tántrica representada en un relieve de uno de los templos de Khajuraho, en Madhya Pradesh
Luego Shiva pone las manos sobre los pechos de Shakti y pronuncia muchas veces “Hrim”, el sonido-raiz de la vulva. Después, el adorador hace todos los contactos y caricias que puedan excitar a Shakti al máximo, en todas las zonas erógenas, los pechos, las nalgas, y luego el yoni. Toda esta fase puede ser realizada al final del masaje corporal completo de él a ella que sugerimos anteriormente.
Luego Shakti unta el lingam de él con la pasta de sándalo (o el aceite de coco o de almendras) y sólo entonces el lingam es insertado lentamente en el yoni. Ambos deben de sentir que el otro encarna la energía cósmica masculina y femenina, respectivamente. No hay ningún rastro de pensamiento de posesión de ningún tipo, puesto que el cosmos que ella o él representan, no es tuyo; más bien, tú eres el cosmos haciendo lo que el cosmos sabe hacer cuando adopta una forma humana.
Para él, es esencial controlar la eyaculación en todo momento. Los movimientos lentos son imprescindibles, incluso pararse. En cuanto a los asanas (posturas) recomendados, suele ser ella la que se coloca encima de él para empezar. La postura del “misionero” invertida, con ella encima, puede ser conveniente para que sea ella la que controle el ritmo de los movimientos. También la postura de ambos tumbados boca arriba con las piernas entrelazadas en forma de “X”. También la postura con él sentado sobre un puff o asiento alto y ella sentada sobre él. Y también la postura con ambos tumbados lateralmente. Se deja al propio cuerpo moverse instintivamente observándolo atentamente, y la mente sólo actúa intencionalmente cuando estos movimientos se vuelven demasiado rápidos. Shakti está activa todo el tiempo y tiene la iniciativa, mientras que Shiva permanece pasivo y receptivo. Es indiferente que la erección se mantenga en todo momento o tenga momentos de altas y bajas: basta con poder permanecer unidos.
Los yoguinis tántricos expertos pueden estar así acoplados unas dos horas, pero para ello él debe dominar las técnicas que el Tantra recomienda para el control de la eyaculación.
En el orgasmo de Shakti, o en el de Shiva si ha perdido el control o ha decidido tenerlo, una técnica tántrica para prolongar el orgasmo consiste en empezar a inhalar (lo más lentamente posible) más o menos a mitad de camino hacia el cénit del orgasmo. La sensación creciente de clímax continuará durante todo el tiempo que pueda mantenerse la inhalación. Cuando haya llegado al límite de la inhalación, empiece a soltar el aire con tanta sonoridad como pueda, sin miedo a que le oigan los vecinos. El volumen de ese sonido puede influir en la profundidad del orgasmo. Pero no malgaste demasiado rápido el sonido, el orgasmo durará todo el tiempo que continúe vocalizándolo en la espiración. Con la práctica, se puede aprender a prolongar así el orgasmo durante varias respiraciones completas.
Chakra pujà, la adoración en círculo
La ascesis de dieciseis, chakra pujà o adoración en círculo es uno de los ritos esenciales del tantra, y el menos comprendido en Occidente. En un lugar secreto, ocho hombres y ocho mujeres se reúnen. A la entrada, los adoradores toman al azar una vestimenta o una joya de una caja: su propietaria será su compañera en el rito. Luego, ritualmente dispuestos en círculo, beberán juntos vino, comerán carne, pescado, y cereales. Luego, cada uno se acoplará (maithuna) con su pareja de una noche («las cinco emes», pues los nombres de los cuatro alimentos y de la unión sexual comienzan por eme en sánscrito) .
Estos ocho hombres y ocho mujeres pueden ser casados o no, se conocen desde hace tiempo, y son «compatibles» entre sí. El sitio de encuentro suele ser al anochecer, en una caverna en la montaña, un templo abandonado, un claro de un bosque aislado, o la casa de un adepto.
A los ojos occidentales esto se etiqueta fácilmente como «una orgía». Sin embargo, el rito pretende suscitar un psiquismo colectivo muy diferente al que se puede experimentar en una «orgía» sexual, dado que se trata de disolver temporalmente la identificación ilusoria con el ego, y vivir la fuerza sexual como potencia creadora universal, más allá de los rasgos particulares de la pareja del momento. Las parejas concretas son «casadas» ritualmente por una noche. Cada uno de los Shiva pregunta a su pareja: «¿Con un corazón puro me escoges por esposo?» (durante la duración del rito). Ella dice que sí presentándole flores y arroz sin descascarar y pone las manos en las suyas (en el rito de Kula). A continuación, la pareja pronuncia un mantra secreto mientras es rociada con agua perfumada por el acharya (guru) que dirige la pujà. Luego, los tántricos reunidos los bendicen.
Los adeptos masculinos se inclinan ante sus Shaktis, y besan con respeto las diversas partes de su cuerpo murmurando: «Benditas sean tus rodillas, que se abren para este círculo mágico, bendito sea tu yoni, fuente de felicidad, bendito sea tu vientre, fuente de vida, benditos sean tus pechos, fuentes de leche, benditos sean tus labios, que profieren las palabras mágicas y sagradas, bendita sea tu frente, tras la cual reside la Kundalini que ha despertado».
La mayoría de los adoradores llegan en pareja, casados o no, y cada uno tendrá una pareja diferente esa noche, pero la relación de pareja de una noche no debe desembocar en una relación amorosa después de la pujà. El objetivo de dejar al azar el emparejamiento es cuestionar y superar la relación hombre-mujer habitual, la que se considera más individual, para superar toda posesividad y vivir la sexualidad como una fuerza extrapersonal. Incluso las relaciones personales concretas hombre-mujer hunden sus raíces en las profundidades del tiempo y de la especie, y trascienden los límites del ego. «En una pareja ordinaria, ella y él creen que su encuentro es único, fatal, que semejante amor sólo es posible entre ellos (…) El tantra relativiza esta relación, que considera mucho menos individual y personal; los amantes no saben que la relación misma los supera. El tantra sabe que, a través de la mujer individual, concreta, el hombre adora a la Shakti eterna, cuyo retrato robot ideal lleva en él. La amada es, aquí y ahora, la encarnación de ese retrato ideal. Los papeles se invierten para la mujer, que en su amante adora de hecho a Shiva, el varón cósmico absoluto (…) Esta participación en grupo suspende la identificación con el ego así como la afirmación de sí» (Van Lysebeth).
El guru, tras haber untado con pasta de sánsalo a las Shaktis y haber dibujado media luna roja sobre sus frentes, se une en el centro del círculo con su Shakti, dando así la señal de unión ritual a las otras parejas del círculo. Al comienzo, la unión se hace en la inmovilidad; sólo está autorizado el lenguaje secreto entre yoni y lingam (a base de contracciones). Se exige a todos los Shivas el control absoluto de la eyaculación, por eso sólo son admitidos a esta ceremonia las personas muy experimentadas.
Luego se permiten los movimientos y se acepta sin restricción el orgasmo de las Shaktis pero a condición de no provocar la eyaculación en los Shivas. Estos orgasmos aumentarán la tensión sexual grupal y provocarán extraordinarias reacciones en cadena en el grupo.
La gran antropóloga del Tibet, Nepal e India, Alexandra David-Neel, pudo observar en secreto una chakra puja gracias a la complicidad de un jardinero. Desde su escondite, en una escalera alta, pudo ver el yantra, los platos con los alimentos, y la sucesión de los ritos. La ceremonia comenzó con el sacrificio de una cabrita, cuya cabeza fue depositada sobre el yantra. Ello puede simbolizar que la misma divinidad (el mismo proceso, los mismos agentes) que provocan la muerte son los que crean la vida.
«Los fieles iban acompañados de una sola Shakti, su esposa legítima u otra esposa en religión. Evidentemente no podía adivinar el tipo de vínculo que unía a las parejas presentes (…) Me atreveré a decir que el quinto elemento, la unión sexual ritual, se presentó con una perfecta decencia? Las ideas de los orientales respecto de lo que es decente y lo que es indecente son muy diferentes de las nuestras y nada de lo relativo al sexo les parece apto para dar lugar a la hilaridad o al escándalo (…) Los sadhakas, absolutamente silenciosos y recogidos, sentados con el busto recto en la postura de algunos ídolos tántricos de dioses unidos a sus esposas, cumplían un verdadero acto religioso exento de toda lubricidad (…) Se sabe que otros shaktas, en otras reuniones, se revuelcan borrachos en la orgía, y yo he visto algo así en Nepal, pero no era lo que sucedió en esta casa desconocida donde me había introducido por medio del engaño» (Alexandra David-Neel, La India donde yo he vivido, citada por Van Lysebeth).
Referencias
Muir, Charles y Muir, Carolina. Tantra: El arte oriental del amor consciente. Ed. Oasis, Barcelona, 1997.
Van Lysebeth, A. Tantra: El culto de lo femenino. Ed. Urano. Barcelona, 1990.
Vatek A. Cómo practicar sexo tántrico. Ediciones Lea, 2004.