El belicismo de las élites de la Unión Europea y el Nuevo Orden Mundial

Este artículo continúa el análisis de la geopolítica de los distintos actores occidentales ante los retos planteados por la Guerra de Ucrania y la apuesta de China, Rusia y los BRICS por un nuevo Orden Mundial Multipolar. Las tres entradas previas sobre este mismo tema fueron: Geopolítica, Guerra de Ucrania y Mundo Multipolar, La geopolítica de EEUU frente al reto estratégico de China y sus aliados y Geopolítica de Europa: Del equilibrio de poder a la Guerra de Ucrania.

El individualismo de la cultura neoliberal y las reacciones tradicionalistas

El neoliberalismo, que se convirtió en el tipo de capitalismo dominante desde finales de los 70, ha conducido a una sociedad ultra-individualista. Esto, unido a la apertura de las fronteras nacionales a la mano de obra, útil para disminuir costes laborales en las empresas occidentales, ha conducido a sociedades occidentales menos homogéneas que anteriormente.  Esto lleva a un problema que describe muy bien Glenn Diesen (La Guerra de Ucrania y el Orden Mundial Euroasiático):

En las sociedades menos homogéneas, en las que el grupo no tiene tantas cosas en común, también se produce una ruptura de la fraternidad y la cohesión social. En las sociedades complejas, hay menos capital social, definido por conexiones y relaciones sólidas entre las personas. La consecuencia es un menor número de amistades fiables, menos donaciones para obras benéficas, menos voluntariado e incluso una democracia devaluada, ya que se vota menos. Una sociedad formada simplemente por individuos que ocupan el mismo espacio geográfico sin mucho más en común experimenta un declive de la sociedad civil como contrapeso al poder estatal. Al liberar a los individuos del grupo, también se les priva de sentido, en tanto que los seres humanos son seres sociales que se organizan en grupos y encuentran sentido en su contribución al mismo. Sin embargo, en una sociedad liberal en la que la ciudadanía se define en exceso por los derechos individuales en lugar de por las responsabilidades para con el colectivo, la soledad y la pérdida de sentido se convierten en un problema. Los individuos que rechazan su conexión con el grupo se definen únicamente por sí mismos, y es probable que caigan víctimas del narcisismo y el nihilismo.

Ante la cultura del neoliberalismo globalista las clases populares se refugiaron en las tradiciones, el populismo y el nacionalismo. Como explica Diesen: las elites liberales «petulantes, hipócritas e intolerantes» expresaron su desdén por las personas que se aferraban a una cultura nacional tradicional: «La «Middle America» –un término con implicaciones tanto geográficas como sociales– ha llegado a simbolizar todo lo que se interpone en el camino del progreso: los “valores familiares”, el patriotismo insensato, el fundamentalismo religioso, el racismo, la homofobia, la visión retrógrada de la mujer». Huntington señaló que el ciudadano medio tiende a dar prioridad a la identidad nacional, los valores y la cultura tradicionales, y a la preservación de la unidad nacional. Sin embargo, para las elites globalizadas estas preocupaciones son secundarias frente a la participación en la economía global, el apoyo al comercio y la migración internacionales, el fortalecimiento de las instituciones internacionales, la promoción de los valores estadounidenses en el exterior y el fomento de identidades y culturas minoritarias en casa. La distinción crucial entre la gente y las elites no se produce entre aislacionismo e internacionalismo, sino entre nacionalismo y cosmopolitismo.

Los llamados partidos populistas de derecha e izquierda, así como el movimiento MAGA (Make America Great Again) que aupó al presidente norteamericano Trump, recogen en parte esta reacción tradicionalista y anti globalista de una parte de la ciudadanía.

Las élites neoliberales de la plutocracia occidental

Según Juan Antonio Aguilar ( EZEQUIEL BISTOLETTI Y JUAN ANTONIO AGUILAR – DMP CHARLAS 273 EN VIVO ), la misma élite plutocrática que controla a los políticos norteamericanos, es la misma que domina en Bruselas y en Tel Aviv. Por lo cual, puede haber roces entre dirigentes de unos u otros países occidentales o ideas particulares que un presidente recién elegido quiera poner en práctica. Pero en lo más esencial, que es la política económica neoliberal y la geopolítica que mejor protege a ese neoliberalismo, todos los políticos occidentales están de acuerdo. De hecho, la mayor parte de los dirigentes occidentales han sido altos ejecutivos de grandes corporaciones o se han alineado con sus intereses político-económicos. Trump, Merz, Macron, Starmer…

Por ello J.A. Aguilar se pregunta: ¿Es posible una democracia dentro del actual sistema capitalista (neoliberal)? Se trata de un sistema que ha generado una concentración abismal de la propiedad en manos de unas pocas familias, frente a miles de millones que mueren sin propiedades o solo la casa en la que viven y unos ahorros ínfimos en el banco. En tales sistemas, unas pocas familias tienen la capacidad de comprarlo todo: voluntades, partidos políticos, discurso que se transmite a través de los grandes medios, gobiernos. Un político con principios tiene que tener una ética casi fanática para resistir las ofertas de un mil-millonario que pueden hacerle rico sólo con obedecer a sus “sugerencias”, y a la inversa, pueden costarle la vida en un asesinato sin testigos realizado por los mejores profesionales a sueldo, si se empecina en políticas que interfieren con los intereses de esos mil-millonarios. O, sin llegar a esta iniciativa extrema, un mil-millonario tiene la capacidad de encargar una investigación privada o privada-policial exhaustiva sobre las acciones corruptas e ilegales del entorno familiar de cualquier dirigente no colaborador. Casi todos los políticos tienen a sus espaldas, o han sido cómplices, de casos de corrupción a lo largo de su ejercicio partidista, aunque sean menores, como favoritismo político hacia empresas de familiares. Y en otros casos, han participado ingenuamente en fiestas privadas con personas de dinero en las que ha habido prostitución con chicas/os jóvenes que en realidad eran menores. Todo ello grabado debidamente, tal como suelen hacer también los servicios secretos de las principales potencias, no solamente los grandes propietarios, y a veces ambos de forma colaborativa.

En efecto, estos mil-millonarios frecuentemente son propietarios de fundaciones en defensa de la democracia y similares, y los señalados para ser grabados e investigados son sospechosos de no colaborar con la democracia, de corrupción, o de otros delitos. Apoyan incluso a los magistrados del poder judicial, en forma de invitaciones muy bien pagadas a cursos y seminarios, asesorías legales para sus empresas y otros medios. En cualquier llamada a las urnas, un candidato no financiado por ellos carece de la visibilidad y propaganda favorable que tienen los candidatos apoyados por ellos.

La conclusión más evidente es que un sistema democrático (“gobierno del pueblo”) es imposible dentro de un sistema plutocrático como el de los países occidentales. La única libertad política que les queda a los partidos del sistema, únicos tolerados por los medios y con posibilidades de gobernar, es la de la competir entre ellos en políticas culturales y deportivas.

Fig. Representación satírica de la plutocracia. La figura a la izquierda representaría los mil-millonarios propietarios de grandes bancos, corporaciones y medios de comunicación; en el centro, los políticos y tecnócratas financiados por ellos; a la derecha, el 99% de la población 

Cuando un candidato sin apoyo oligárquico gana las elecciones es porque la situación está muy mal. Por ejemplo, en Rumanía en noviembre de 2024 Calin Georgescu, un candidato ultranacionalista, prorruso y crítico con la OTAN y la UE, ganó la primera vuelta de las presidenciales, superando al entonces primer ministro Marcel Ciolacu, que era el favorito en las encuestas. Georgescu apenas apareció en medios tradicionales, pero se hizo fuerte en TikTok y redes sociales, donde sus mensajes virales le dieron gran visibilidad.

El resultado dejó fuera al candidato europeísta Ciolacu, lo que provocó su dimisión como líder del Partido Socialdemócrata y Georgescu pasó a la segunda vuelta contra la candidata liberal Elena Lasconi.

Sin embargo, en mayo de 2025, el Tribunal Constitucional anuló aquellas elecciones por sospechas de injerencia rusa, como si EEUU y Bruselas no se injirieran continuamente en las elecciones de múltiples países, apoyando a uno u otro candidato e incluso financiándolos. Se le prohibió volver a presentarse, con lo que nunca sabremos si estaría gobernando hoy sin tal medida de anulación de la democracia, se podría decir que por culpa del “voto equivocado” de la mayoría según la perspectiva de las élites. Este tipo de medidas serían un último recurso, pues tienden a descubrir lo que la propaganda de los medios ocultan y disfrazan: que en realidad no vivimos en sistemas democráticos, sino plutocráticos.

La gran oligarquía de mil-millonarios occidentales son grandes defensores del modelo neoliberal globalista. Ha ido surgiendo una pequeña fracción de mil-millonarios que no pertenecen a esa élite globalista, Trump es uno de estos. Por ello ha intentado iniciativas propias apoyadas inicialmente por el movimiento MAGA en EEUU, que trataban de orientar el neoliberalismo globalista hacia un neoliberalismo más centrado en los mercados internos de EEUU, y trató de orientar la geopolítica norteamericana hacia el multilateralismo y cierta tolerancia con el mundo multipolar. Pero tras un año de su segundo mandato, todas esas iniciativas parecen haber sido diluidas por la gran cantidad de colaboradores globalistas que lo rodean y las presiones de lo que él mismo llama el “Estado profundo”.

¿Tienen algún poder las mayorías sociales con su voto frente a estas élites? La respuesta la podemos ver en el amplio consenso que parece tener entre la población la idea de que lo que Israel está haciendo en Gaza es un genocidio. Sin embargo, el gobierno de EEUU y los de los principales países europeos siguen enviando armas a Israel. La opinión mayoritaria no se traduce en políticas. Ningún líder hace nada práctico para detener a Israel, porque Israel es un pivote geopolítico de importancia para aquellas élites.

Las élites globalistas ante la guerra de Ucrania

Según Diesen, todo induce a pensar que Rusia invadió Ucrania para imponer un acuerdo de paz que no podía lograr por la vía diplomática. Atribuir a Putin el objetivo de conquistar toda Ucrania mediante su invasión, para luego continuar atacando a toda Europa Occidental es algo que cualquier experto militar considera absurdo. Como explica Mearsheimer (Israel-Palestine, Russia-Ukraine, China, NATO & WW3, Podbooks Publisher, 2024) si Rusia hubiera querido conquistar un país con la extensión de Ucrania habría entrado en él con 2 millones de soldados, no con 150.000, y 3 millones hubieran sido necesarios para ocupar Ucrania de forma estable. Obsérvese que para ocupar sólo la mitad de Polonia, Hitler atacó con 1,5 millones de soldados. Además, añade, sólo un mes después de haber iniciado la invasión, Rusia comenzó a negociar con Ucrania, en Estambul, el fin de la guerra. La conclusión de Mearsheimer es que la intención rusa era forzar a Ucrania a negociar y firmar su neutralidad y otras condiciones más secundarias, como el respeto a los derechos de los rusoparlantes del Este del país. Además, el ejército ruso evitó atacar infraestructuras críticas y actuó con moderación para limitar las bajas civiles. Esta contención en las primeras fases de la guerra era un reflejo de los objetivos limitados que se tenían: presionar a Ucrania para que negociara, sin generar excesiva animadversión entre su población, ya que esto también dificultaría la negociación por parte de Kiev (Diesen).

Fig. Glenn Diesen, profesor de relaciones internacionales en la Universidad del Sudeste de Noruega, y autor de numerosos libros sobre geopolítica euroasiática.

Estas evidencias no pueden ser aceptadas por los occidentales porque, según Mearsheimer, llevaría a la conclusión de que los principales responsables de la continuación de este baño de sangre (desde marzo de 2022) son los occidentales.

En las primeras semanas del conflicto, hubo tres intentos de negociar la neutralidad ucraniana para poner fin a la guerra antes de que se diese paso a una destrucción mucho mayor. Todos los esfuerzos estuvieron cerca de verse coronados con el éxito antes de ser torpedeados por Estados Unidos y Reino Unido. Desde una perspectiva estratégica, a Washington le interesaba impedir la neutralidad de Ucrania, mientras que algunas matanzas permitirían a Estados Unidos debilitar a Rusia y garantizar un divorcio permanente entre esta y Ucrania. Con el sabotaje de las negociaciones de paz, Estados Unidos acabó con el objetivo ruso de una intervención breve y limitada y, en su lugar, presionó para que se desencadenara una guerra larga. El 25 de febrero de 2022, al día siguiente de la invasión, el presidente Zelenski dijo: «Hoy hemos sabido de Moscú que todavía quieren hablar. Quieren hablar sobre el estatus neutral de Ucrania […]. No tenemos miedo a hablar sobre un estatus neutral». Si Kiev hubiera aceptado esa neutralidad y, por tanto, puesto fin a su empeño por entrar en la OTAN, la guerra probablemente habría sido muy corta, como se pretendía. El 26 de febrero, Zelenski reafirmó su disposición a negociar sobre la neutralidad de Ucrania: «Si las conversaciones son posibles, deben celebrarse. Si en Moscú dicen que quieren mantener conversaciones, incluso sobre un estatus neutral, no nos asusta. También podemos hablar de eso». Un día después, el 27 de febrero, Moscú y Kiev anunciaron que celebrarían conversaciones de paz «sin condiciones previas» en Bielorrusia. Más tarde, Zelenski llegó a pedir un «acuerdo securitario colectivo» que incluyera también a Rusia, con objeto de atenuar los problemas de seguridad mutuos que habían prendido la chispa del conflicto. En Occidente hubo muestras de preocupación ante la perspectiva de un acuerdo de paz y se ofrecieron incentivos para mantener la guerra.

El 25 de febrero de 2022, el primer día después de la invasión rusa, incluso cuando Zelenski aceptó discutir la neutralidad, el portavoz estadounidense Ned Price anunció que Washington rechazaba cualquier conversación de paz sin condiciones previas, ya que insistía en que Estados Unidos no podía aceptar la vía diplomática hasta que Rusia no retirara todas sus fuerzas de Ucrania (…)

Los europeos también incentivaron la prolongación de la guerra. El 27 de febrero, el mismo día en que Rusia y Ucrania anunciaron conversaciones de paz, la UE aprobó 450 millones de euros en ayuda militar a Ucrania en una contundente muestra de apoyo que redujo los alicientes de Kiev para negociar con Moscú (…)

A principios de marzo se hizo un segundo esfuerzo para negociar un final rápido del conflicto, liderado por el primer ministro israelí Naftali Bennett, quien dijo que Zelenski se había puesto en contacto con él y le había solicitado unas conversaciones de paz con Putin. Según Bennett, la principal preocupación de Putin era la expansión de la OTAN y, por tanto, estaba dispuesto a hacer «enormes concesiones» y abandonar objetivos como la desmilitarización de Ucrania. Putin pidió a Bennett que le dijera a Zelenski que la invasión terminaría si este aceptaba quedar fuera de la OTAN; Zelenski aceptó estas condiciones y estipuló que Ucrania no entraría en la OTAN. Bennett propuso que Ucrania podría seguir el modelo israelí, tener un ejército fuerte e independiente capaz de defenderse por sí mismo en lugar de depender de la OTAN, algo que era aceptable tanto para Putin como para Zelenski. También afirmó que «ambas partes deseaban fervientemente un alto el fuego» y que, por tanto, «había buenas posibilidades de alcanzarlo». Sin embargo, Bennett sostenía que Occidente intervino y «bloqueó» el acuerdo de paz. Mientras Alemania y Francia se mostraban pragmáticas, el Reino Unido y Estados Unidos actuaron como halcones y querían aprovechar la oportunidad que ofrecía la guerra para combatir y debilitar a Rusia. Según Bennett, Occidente obstaculizó el acuerdo de paz porque había una «decisión de seguir golpeando a Putin» y no de buscar la paz. El 21 de marzo de 2022, el portavoz estadounidense Ned Price dejó caer que un acuerdo diplomático no dependía totalmente de Ucrania, ya que se trataba también de un conflicto sobre el orden mundial (…)

A finales de marzo se inició un tercer intento para alcanzar un acuerdo, cuando Turquía asumió el papel de mediador para negociar la paz entre Ucrania y Rusia. El principal obstáculo se superó cuando Zelenski ofreció la neutralidad (…) Así pues, Moscú y Kiev estaban, una vez más, cerca de llegar a un acuerdo de paz. Este acuerdo provisional fue confirmado por Fiona Hill, exfuncionaria del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, y Angela Stent, antigua responsable de Inteligencia Nacional para Rusia y Eurasia. Hill y Stent escribieron un artículo en Foreign Affairs en el que esbozaban los principales términos del mismo, y donde se reconocía que el expansionismo de la OTAN había sido el origen del conflicto. Casi toda la elite político-mediática de Occidente había afirmado, al unísono, que las acciones militares de Rusia no tenían nada que ver con el expansionismo de la OTAN y que no era posible negociar con Putin. El artículo de Hill y Stent era una admisión de lo contrario: Según varios ex altos funcionarios estadounidenses con los que hablamos, en abril de 2022 los negociadores rusos y ucranianos parecían haber acordado las líneas generales de un acuerdo provisional negociado: Rusia se retiraría a su posición del 23 de febrero, cuando controlaba parte de la región de Donbás y toda Crimea, y, a cambio, Ucrania prometería no solicitar el ingreso en la OTAN para, en su lugar, recibir garantías de seguridad de una serie de países. Más tarde, Putin reveló el proyecto de acuerdo para un tratado de paz que se había alcanzado entre Rusia y Ucrania. El título del borrador, «Tratado sobre la Neutralidad Permanente y las Garantías de Seguridad para Ucrania», señalaba que esta última incluiría la «neutralidad permanente» en su Constitución. Sin embargo, el 9 de abril de 2022, el primer ministro británico, Boris Johnson, se desplazó a Kiev con la intención de boicotear el acuerdo. Los asesinatos de Bucha se citaron como motivo para cancelar las negociaciones de paz. Informes procedentes de Ucrania afirmaban que Reino Unido y Estados Unidos habían convencido a Zelenski para que abandonara el acuerdo ofreciendo a Ucrania las armas que necesitaba para derrotar a Rusia en el campo de batalla. Los medios de comunicación ucranianos informaron de que Johnson acudió a Kiev con dos mensajes: El primero es que Putin es un criminal de guerra, hay que presionarle, no negociar con él. Y el segundo es que, aunque Ucrania esté dispuesta a firmar algunos acuerdos sobre garantías con Putin, ellos [Reino Unido y Estados Unidos] no lo están (Diesen).

 

Fig. Conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania el 29 de marzo de 2022 en Estambul

El general alemán retirado Harald Kujat, expresidente del Comité Militar de la OTAN, confirmó que Johnson había boicoteado las negociaciones y comentó: Quizás algún día se pregunte quién no quiso evitar esta guerra […]. Su objetivo declarado es debilitar a Rusia política, económica y militarmente hasta tal punto que luego puedan ocuparse de su rival geopolítico, el único capaz de poner en peligro su supremacía como potencia mundial: China […]. No, esta guerra no tiene que ver con nuestra libertad […]. Rusia quiere impedir que su rival geopolítico, Estados Unidos, adquiera una superioridad estratégica que amenace su seguridad (…)

Y añade Diesen: Washington creía que la guerra podía utilizarse en una campaña geopolítica más amplia, porque debilitar a Rusia y derrocar a Putin enviaría un fuerte mensaje a China (…) El principal objetivo de Occidente es recuperar su debilitada posición en el mundo y restaurar su hegemonía colectiva bajo el liderazgo de Estados Unidos. Derrotar a Rusia eliminaría al rival clave en Europa y debilitaría a China, lo que permitiría al Occidente colectivo restaurar el llamado orden internacional basado en normas. Sin embargo, una derrota en Ucrania desacreditaría a la OTAN en Europa y avivaría el surgimiento de un mundo multipolar”.

En octubre de 2022, Zelenski invocó un decreto del Consejo de Seguridad Nacional y de Defensa de Ucrania que prohibía entablar negociaciones con Putin, lo cual ponía más trabas a una posible paz. En febrero de 2023, China propuso un plan de paz de 12 puntos para iniciar las negociaciones. La respuesta tanto de Rusia como de Ucrania fue hasta cierto punto positiva (…) pero EEUU expresó su profunda preocupación por la propuesta pues legitimaría la conquista de tierras ucranianas por Rusia, mientras presionaba a Ucrania a que iniciara una contraofensiva.

Los profesionales militares saben que Rusia no tiene intención de invadir la Unión Europea, en primer lugar porque nunca se ha encontrado ningún documento o declaración rusa en esa línea, segundo porque el ejército necesario para una operación de ese tipo es mayor del que dispone Rusia en este momento y, sobre todo, porque la UE tiene un PIB casi 10 veces mayor que Rusia y la triplica en población, y en una guerra estos factores son determinantes. Sin embargo, las élites europeas insistentemente inventan provocaciones contra Rusia y supuestos ataques de Rusia que parecen intentar convencer a la población de que este país es un peligro que obliga a la UE a rearmarse.

Como afirma Martyanov (La Guerra Final de los Estados Unidos), la geopolítica de Rusia no es reconstruir el antiguo imperio zarista, ni apoderarse de Europa Occidental sino que, debido a la historia militar rusa, lo que motiva a Rusia son sus objetivos de seguridad, cuya escala y duración sencillamente superan la capacidad de comprensión del ejército de los Estados Unidos. Como incluso llegó a reconocer el difunto Richard Pipes en 1977 cuando resumió la historia de Rusia y sus bajas a manos de invasores extranjeros: “unas cifras así superan la comprensión de la mayoría de los norteamericanos. Sin embargo, es obvio […] que un país así (Rusia) también tiende a evaluar las recompensas de la defensa en términos mucho más realistas”.

La propaganda continua sobre que la invasión rusa era injustificada y no provocada resulta necesaria para mantener la guerra proxy sin dar chances a la negociación, pues subraya que su causa es el agresivo imperialismo ruso, que es necesario desanimar por la fuerza. Si no se detenía en Ucrania a ese “dictador” y “nuevo Hitler” que era Putin, acabaría invadiendo toda Europa.

Sin embargo, tras la anexión rusa de Crimea en 2014, el profesor John Mearsheimer afirmó que «Estados Unidos y sus aliados europeos comparten, en muy buena medida, la responsabilidad de la crisis. La raíz del problema es la ampliación de la OTAN». Tras la invasión rusa de 2022, nada menos que el papa Francisco sugirió que «en Ucrania fueron otros Estados los que crearon el conflicto» y añadió que tal vez «los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia» hubiesen provocado la invasión. Incluso el halcón neoconservador Robert Kagan afirmó que «insistir en que no hubo ninguna provocación que explique la invasión resulta engañoso», ya que «las decisiones rusas han sido una respuesta a la expansión de la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados en Europa tras la Guerra Fría».

Fig. John Mearsheimer, prestigioso profesor de la Universidad de Chicago y continuador de la escuela del realismo geopolítico

Además de debilitar a Rusia y perseguir el cambio de régimen, otros buscaban un objetivo aún mayor: destruir a Rusia desmembrando el país. El 23 de junio de 2022, un organismo del Gobierno estadounidense supervisado por el Congreso, la Comisión sobre Seguridad y Cooperación en Europa, también conocida como la Comisión de Helsinki, inició un debate sobre la «descolonización de Rusia». La premisa era que Rusia no es un país, sino un imperio que Estados Unidos debe desmantelar apoyando a los movimientos separatistas existentes en su seno. La planificación de cómo balcanizar Rusia se hizo con el pretexto de apoyar a los movimientos «anticoloniales» y «pro-soberanía» (…)

Algunos políticos como Anna Fotyga, miembro del Europarlamento y exministra de Asuntos Exteriores de Polonia, promovieron aún más el objetivo de destruir a Rusia. Fotyga llamó a sembrar la división en el país: «Deberíamos centrarnos más en las regiones y naciones de la Federación Rusa, sus capacidades y sus perspectivas de soberanía». Según ella, el objetivo de Occidente debería ser dividir Rusia en Estados más pequeños: «Tenemos que ser conscientes de que la disolución de la Federación Rusa puede acarrear ciertas dificultades y riesgos, como en cualquier periodo de transición. Sin embargo, esos riesgos serán mucho menos peligrosos que dejar intacto ese agresivo imperio».

Fig. Posibles repúblicas en las que podría dividirse Rusia si el sueño de algunas élites occidentales llegara a realizarse

La OTAN siguió su habitual incrementalismo/táctica del salami, proporcionando armas cada vez más potentes y de largo alcance y aviones F-16, incluso permitiendo que se lanzaran misiles dentro del territorio ruso, a medida que se cruzaba una línea roja tras otra.

El 7 de febrero de 2022, el presidente Biden, en una rueda de prensa junto al canciller alemán Scholz, advirtió de que, si Rusia invadía Ucrania, «ya no habrá Nord Stream 2. Le pondremos fin». Cuando un periodista le preguntó cómo acabaría con un proyecto bajo control alemán, Biden respondió: «Le prometo que podremos hacerlo». El portavoz estadounidense Ned Price fue entonces secretario de Estado Mike Pompeo dijo: «Haremos todo lo posible para asegurarnos de que ese gasoducto no amenace a Europa». Las tensiones entre Ucrania y Rusia aumentaron a lo largo de 2021 y las amenazas contra el Nord Stream se intensificaron. El senador estadounidense Tom Cotton anunció en mayo de 2021 que «aún hay tiempo para detenerlo […]. Destruir el Nord Stream 2 ahora y dejar que se oxide bajo las aguas del Báltico». El 14 de enero de 2022, el asesor de Seguridad Nacional estadounidense Jake Sullivan también amenazó al gasoducto: «Hemos dejado claro a los rusos que, si avanzan en Ucrania, el gasoducto estará en peligro ». El senador Ted Cruz utilizó asimismo un lenguaje muy directo para pedir que se detuviera el Nord Stream: «Hay que parar este gasoducto, y la única forma de impedir que se complete es utilizar todas las herramientas disponibles para ello». A medida que la OTAN rechazaba las demandas rusas de garantías securitarias en las semanas previas a la invasión de Ucrania, las amenazas se hacían evidentes (…)

El 26 de septiembre de 2022, los gasoductos germano-rusos Nord Stream fueron destruidos por una explosión submarina (…) El exministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radek Sikorski, tuiteó «Gracias, EEUU», acompañado de una foto del gasoducto destruido. Al día siguiente, el 27 de septiembre de 2022, los dirigentes de Polonia, Noruega y Dinamarca asistieron a una ceremonia en Polonia con motivo de la inauguración del nuevo gasoducto báltico Noruega-Polonia, construido para reducir la dependencia europea del Nord Stream. El secretario de Estado estadounidense Antony Blinken incluso celebró la destrucción del Nord Stream y afirmó que suponía «una tremenda oportunidad (…)  para acabar de una vez por todas con la dependencia de la energía rusa». Blinken también se ofreció a ayudar a Europa occidental sustituyendo el gas ruso por suministros estadounidenses, mucho más caros.

Fig. Gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2 (en construcción), entre Rusia y Alemania

En el verano de 2023 quedó claro que la ofensiva ucraniana en el sur había fracasado. Las enormes pérdidas para unos mínimos avances territoriales desanimaron a los ucranianos, aunque los estadounidenses no opinaban lo mismo. Ya que no era realista sostener que Ucrania vencería a Rusia en el campo de batalla, el discurso occidental cambió a que Rusia había fracasado en sus intentos de apoderarse de toda Ucrania, reconstituir el imperio soviético y conquistar luego toda Europa, lo cual era una victoria.

Según Adrián Celaya (¿POR QUÉ EUROPA NO NEGOCIA?) las élites europeas están obsesionadas con eliminar el poder político e ideológico de Rusia porque se trata de una cultura europea, mucho más cercana e influyente en las poblaciones y políticos europeos que el modelo chino, que es culturalmente más lejano. Y a la vez, está mostrando a Europa un modelo político que le quita a los mil-millonarios la libertad de intervenir en la política estatal. Esto es un precedente muy peligroso para el poder de las élites neoliberales occidentales. Si Rusia acabara ganando la guerra de Ucrania, su prestigio aumentaría enormemente y también la probabilidad de contagio de su modelo en algunos países europeos. Otro punto importante que subraya Celaya es que las élites del poder son y han sido siempre muy inseguras, porque son una ínfima minoría frente a la población general, de ahí su obsesión (casi desde la Revolución Francesa diría yo) por controlar y dividir a la población y que no miren hacia arriba cuando la economía va mal, como en esta época del neoliberalismo tardío. Porque si ahora miraran hacia arriba verían que a Rusia le va mejor que a Europa en gran parte por haber separado del poder político a los mil-millonarios. Esta evidencia es muy preocupante psicológicamente para nuestros oligarcas, aunque la propaganda occidental sólo llama “oligarcas” a los oligarcas rusos, nunca a los oligarcas europeos ni norteamericanos.

Finalmente, como afirma Martyanov, occidente se engañó a sí mismo sobre lo atractivo que era su modelo político y económico. Pero esto siempre ha sido secundario para la perspectiva de los países del Sur Global. Éstos siempre han percibido el poder militar occidental, la explotación y el robo de las riquezas materiales del resto del mundo, como la clave de la hegemonía de Europa y EEUU. Y “la Democracia”, las “elecciones libres”, “los derechos humanos” y otros símbolos de la Pax Americana ya no surten el efecto que solían ejercer, tras haberse visto cómo utilizaba occidente estos símbolos para justificar su dominación intervencionista. Por ello la mayoría global simpatiza con Rusia cuando la ve derrotar militarmente a la OTAN. Rusia y China proporcionan al sur global modelos para sacudirse la dominación occidental y esto de nuevo es un peligro para nuestras élites. El diplomático singapurense y expresidente del Consejo de Seguridad de la ONU Kishore Mahbubani lo expresó así:  «Muchos países del Sur que aún conservan recuerdos del Occidente antaño dominante saben que este volverá a ser arrogante e insufrible si derrota por completo a Rusia» (citado por Diesen).

Las élites políticas europeas comenzaron con provocaciones verbales que anunciaban la entrega a Ucrania de misiles de largo alcance capaces de atacar ciudades del interior de Rusia, que en parte se concretaron al final. Siguieron amenazas de enviar tropas europeas a Ucrania, que nunca se ha concretado al menos abiertamente. Luego la retórica crecientemente amenazadora sobre que Rusia amenazaba a Europa, que Europa estaba en guerra con Rusia, y que había que prepararse para iniciar una guerra explícita con Rusia en unos pocos años. Acusaciones de que Rusia interfería informáticamente en el avión de Úrsula von der Layen, que luego se demostró falso. Recientemente, Polonia anunció que el 9 y 10 de septiembre de 2025 unos 19 drones rusos habían invadido su espacio aéreo e invocó el artículo 4 de la OTAN de ayuda a otros miembros. Sin embargo sólo se mostraron restos de varios de ellos y uno vuelto a recomponer que hacían pensar que eran drones de tipo Gerbera sin carga explosiva. Según la propia inteligencia ucraniana estos drones tiene un alcance de 600 km, y 700 km en su versión modificada; la distancia desde la frontera rusa más cercana y el punto donde fue recogido ese dron (véase mapa siguiente) es de 1200 km. La conclusión es que esa trayectoria es imposible. En cambio, si fueron lanzados desde la propia Ucrania, esto podría tener beneficios para este país, traducidos en una intervención directa de los países europeos en la guerra, y para las élites europeas que abogan por la intervención en Ucrania y la guerra de la OTAN contra Rusia.

Fig. Supuesta trayectoria del dron recogido en Polonia en 2025

El 19 de septiembre fue Estonia la que invocó el artículo 4 de la OTAN alegando que cazas rusos habrían violado el espacio aéreo de Estonia durante 12 minutos. El gobierno ruso negó sin embargo dicha información, declarando que los aviones rusos volaron por el estrecho pasillo que utilizan habitualmente para llegar a Kaliningrado desde Karelia en la región de Leningrado, sin desviarse de ese pasillo.

Entre finales de septiembre y principios de octubre distintos países nórdicos de la OTAN han denunciado el avistamiento de decenas de drones en distintos países. Sin embargo, pese al alto número de denuncias, del orden de 60 u 80, los radares no parecen haber detectado nunca su trayectoria, ni su origen ni su destino final. Tampoco se ha presentado ni un solo dron caído como demostración de que se trataban de drones rusos, cuando lo esperable es que un dron que ha llegado hasta Dinamarca, llegue un momento en que agote sus baterías o su combustible y caiga a tierra. Los países de la OTAN no parecen haber averiguado ningún detalle técnico ni militar sobre estos drones. También afirman que satélites norteamericanos, franceses y alemanes están siendo observados y perseguidos por satélites rusos, aunque no se han mostrado imágenes de alta resolución ni telemetrías completas, supuestamente por razones de seguridad. Sin embargo, todos los titulares de periódicos y las declaraciones de los líderes europeos dan por cierto, sin presentar pruebas, de que todo ello procede de los rusos, quienes han emprendido una guerra híbrida contra Europa.

Durante la Conferencia Lennart Meri en Estonia a finales de enero de 2025, mientras Donald Trump hace un último intento de conseguir una paz definitiva en Ucrania o, al menos, salirse del conflicto, la representante de exteriores de la UE, Kaja Kallas, siguió insistiendo en la necesidad de derrotar a Rusia, y en que esta derrota podría abrir la puerta a un cambio profundo en su estructura política y social, sugiriendo que dividirla en unidades más pequeñas podría reducir su capacidad de desestabilizar el orden internacional.

En toda esta escalada verbal y material las élites europeas hacen el juego, conscientemente o no, a la estrategia promovida por la Rand Corporation y los países anglosajones de impedir cualquier alianza entre Europa y Rusia (Luis Fraga, en Europa: nuevo telón de acero – El manifiesto ), de la mano del resentimiento histórico contra Rusia de los Países Bálticos y Polonia. Esto está echando a Rusia en los brazos de China y los BRICS, aumentando el poder geoestratégico de éstos frente a EEUU y acelerando el declive económico de Europa, mientras Rusia apenas se ha visto afectada.

Por supuesto, los medios europeos no comentan que los países de la OTAN, desde 2014, están proporcionando a Ucrania armas, militares de la OTAN que saben disparar esas armas, inteligencia por satélite sobre posibles objetivos en Rusia, servicios secretos propios, formación militar y reclutamiento exterior de mercenarios, y presencia en Ucrania de militares de la OTAN en excedencia voluntaria o en supuesta visita turística.

Por qué las élites europeas quieren continuar la guerra?

Es bastante verosímil que la mayoría de las supuestas provocaciones rusas sean montajes de los propios países de la OTAN para convencer a sus poblaciones, muy reacias a emprender una guerra contra Rusia, de que una guerra con este país es inevitable antes o después. También han dado argumentos para intentar convencer a las poblaciones europeas que ese gasto del 5% del PIB en armamento, acordado por las élites europeas con el presidente norteamericano Trump, es imprescindible.

Parece haber una mezcla de motivos para esta política belicista. Un intento de complacer al hegemón de que somos obedientes y seguimos sus demandas de compra de armas a EEUU y por tanto debería respetarnos y mantener la protección militar sobre la UE sin la cual no tenemos ninguna influencia internacional. Un residuo de esperanza de que Rusia sea efectivamente más débil de lo que aparenta y acabe colapsando ante las sanciones y presión militar, evitando la pérdida de influencia económica internacional de los globalistas europeos y sus inversores de la City de Londres, París y Berlin. Un intento de desviar recursos del estado de bienestar hacia empresas privadas armamentísticas. Un intento de mantener atemorizadas a las propias poblaciones desviando su atención de los problemas económicos internos y del poco apoyo que tienen los líderes de todos los países europeos. También un intento de construir cierta disuasión por si a Rusia se le ocurriera atacar a los estados bálticos, a Polonia o a Finlandia. Finalmente, el rearme actúa de multiplicador económico a corto plazo, pues tira en parte de la demanda interna de la UE, en un momento en que la economía de muchos países europeos está estancada. Según Mearsheimer (John Mearsheimer: Por qué la UE no puede acabar con la guerra entre Rusia y Ucrania), las élites europeas siguen confiando tras 4 años de guerra en que, si se mantienen firme en el apoyo a la guerra, Trump acabará cediendo ante las múltiples presiones favorables a la continuación de la misma, y con el apoyo a largo plazo de EEUU y Europa, aún sería posible darle la vuelta a la tendencia actual del campo de batalla.

En una entrevista reciente (Putin Gana, Zelenski y la UE Atrapados, Trump Desesperado), el ex diplomático británico Alastair Crooke, antiguo agente de inteligencia del MI6 conocido por su papel en procesos de paz en Oriente Medio, dio una clave también importante: los políticos europeos de centro (centro-derecha y centro-izquierda) han organizado su poder en simbiosis con las corporaciones neoliberales, una creciente sustitución de las instituciones democráticas por tecnócratas neoliberales y un casi total control de los medios de comunicación, que desprecian a los partidos no centristas como populistas de ultraderecha o ultraizquierda peligrosos para el sistema. Pero si Rusia triunfase, podría implantarse un nuevo modelo de geopolítica que acabaría con sus carreras profesionales, adaptadas sólo a aquel modelo tecnocrático globalista unipolar.

Figs. Macron, Mertz, Starmer y Von der Leyen, principales protagonistas de la «coalición de los dispuestos» a luchar con Rusia y vencerla, gracias a su aplastante inteligencia, estrategia y superioridad moral (disculpe el lector que en este punto no haya podido contenerme) 

Un último factor de la prolongación de la guerra es el propio Zelensky. Como afirma Luis Fraga (enlace antes citado): Éste, a quien la guerra hace rico, quiere mantenerla. Pero además es consciente de que si cede territorio (y no le queda otra) será asesinado por los vencedores del Maidan-2014 (que es donde empezó todo), es decir las fuerzas nacionalsocialistas del Oeste de Ucrania de las que es rehén y que ostentan importantes puestos en la actual Ucrania. Y no olvidemos que en Ucrania el asesinato es moneda corriente. He vivido allí como asesor del gobierno y sé de lo que hablo tras ver caer a varios amigos. Aquello es la jungla. 

En octubre de 2025, la Comisión Europea y varios líderes de la Unión Europea, encabezados por Ursula von der Leyen (presidenta de la Comisión), presentaron una hoja de ruta de defensa que advierte que Europa debe estar “lista para la guerra con Rusia en 2030”. A estas declaraciones y otras similares el presidente Putin respondió el 2 de diciembre, en una rueda de prensa, que si la UE atacaba a su país, Rusia estaba preparada para responder; pero que esta respuesta no sería “quirúrgica” como está siendo en la operación militar especial [guerra de Ucrania]. 

El peligro de esas estrategias de provocación acompañadas de discurso belicista es que podrían salirse fuera de control por culpa de un malentendido y escalar hasta el lanzamiento de misiles nucleares tácticos o de misiles hipersónicos sobre blancos de la UE por parte de Rusia. Es una gran imprudencia andar jugando al Maquiavelo amenazador con una superpotencia nuclear, se está jugando con la vida de millones de personas sólo por el interés de unas élites muy minoritarias. En ese caso la profecía se auto cumpliría: “¿veis como Rusia era un estado asesino e imperialista? O ellos o nosotros”.

Hubiera sido mucho más prudente para la UE salir parcialmente de la sumisión a EEUU y entablar acuerdos de seguridad mutua con Rusia a cambio de la venta de minerales, gas y petróleo baratos y otros acuerdos mutuamente beneficiosos. Pero para ello hubiera sido necesario que tuviéramos al mando a estadistas del estilo de Churchill o De Gaulle y no a políticos de la estatura de Macron, Mertz, Von der Leyen, Kaja Kallas y Starmer.

La tozudez de las élites de la UE deriva en parte también en mi opinión del supremacismo de la cultura europea desde la revolución industrial, que nos impide tolerar la diversidad cultural y política. Nos hemos acostumbrado a vernos a los occidentales como la civilización superior, y al resto del mundo como los inferiores. Y nuestras élites globalistas, que además se han acostumbrado a imponer su modelo neoliberal por todo el mundo a través de sus corporaciones, no acaban de entender por qué les cuesta tanto últimamente que los inferiores obedezcan a los superiores. Si nuestro modelo debería ser admirado e imitado como la cumbre del progreso humano, ¿cómo es posible que tantas naciones se rebelen contra él fuera de Occidente?

Según Mearsheimer (Putin’s Next Move Challenges Europe’s Expectations | Prof. John Mearsheimer ) tras la caída de la URSS muchos líderes europeos se dejaron llevar por el espejismo del Fin de la Historia y de que el liberalismo y el comercio globales llevarían a una geopolítica en la que los valores universales y las instituciones bastarían para dar prestigio y poder (blando). Pero el desmarque de EEUU de la política europea para centrarse en Asia y la reacción belicosa rusa ante la expansión de la OTAN han devuelto a los europeos a la realidad de que la geopolítica sigue siendo la de la lucha por el poder y la seguridad nacional entre los Estados. Pero habiendo descuidado su poder militar, que descansa en la protección de EEUU, sus amenazas a Rusia o China resultan retóricas y patéticas.

Según Andrei Martyanov, militar ruso expatriado en EEUU, en su libro La Guerra Final de los Estados Unidos, a todo lo anterior se añade cierta degradación de la calidad profesional de los ejércitos de la OTAN. EEUU no acaba de ver que la hegemonía global es histórica, no es un destino manifiesto eterno. Se ha acostumbrado a no tener competidores y esto ha degradado la profesionalidad de su ejército. Sus fuerzas armadas se han acostumbrado durante décadas a luchar sólo contra rivales militarmente insignificantes, y mantienen doctrinas militares no adecuadas para la guerra moderna. Por otra parte, la clase política occidental está ella misma abrumadoramente formada por licenciados en leyes, periodismo, empresariales y carreras de letras sin ningún conocimiento de la física, la ingeniería y la matemática necesarias para entender una guerra moderna. Si a esto le unimos el sentimiento supremacista y la soberbia triunfalista de quienes no han tenido rivales geopolíticos durante décadas, el resultado es según Martyanov una élite que vive en una cámara de eco que sólo repite una y otra vez su propia propaganda, mezcla de unos pocos datos, muchos prejuicios y mucha fantasía.

Aparte de la retroalimentación de la propia propaganda, hay un factor cultural: la geopolítica de Occidente ha tendido al universalismo idealista sobre todo desde que dejó de haber potencias competidoras tras la caída de la URSS. Como afirma Glenn Diesen: El universalismo suele ir acompañado de la promesa de unificar a todos los pueblos bajo una fe, unas normas o unos valores comunes para elevar el orden mundial más allá de la mera política del poder. El universalismo también ofrece un potente argumento contra el relativismo moral, cultural o civilizatorio, ya que se puede argumentar objetivamente que algunos valores y normas son superiores a otros. No obstante, puede asimismo utilizarse para la política del poder, invitando a dominar a los demás. En este marco mental, la actitud de Rusia de rechazar el (neo)liberalismo y negarse a aceptar los dictados políticos de Occidente y la OTAN ha cogido a los globalistas occidentales por sorpresa. Con élites que se guían desde hace décadas con las ideologías de una idealizada democracia que no existe en Occidente, todavía sueñan con imponer una Pax Romana.

Una consecuencia de este mundo supremacista e imaginario en que aún vive occidente fue que subvaloraron sistemáticamente la capacidad industrial y militar a largo plazo de Rusia. Por lo que decidieron apoyar militarmente a Ucrania pese a los intentos de ésta de firmar la paz con Rusia en las conversaciones de Estambul, y no calcularon lo que podría ocurrir si esta alianza de Ucrania más la OTAN no ganaba la guerra. Como afirma el exembajador Jose A. Zorrilla (Panorama geopolítico hoy ), este escenario estaba descartado en contra de cualquier prudencia político-militar. Como no había ni hay plan B, lo que vemos ahora es desconcierto, improvisación e intentos de huida hacia delante. Y este empecinamiento en la guerra está costando a Ucrania un precio terrible en hombres. Según Zorrilla, el jefe de la División Azov afirmaba en una entrevista que en su frente un jefe de brigada bien valorado en el ejército es el que pierde unos 600-800 hombres al mes. Teniendo en cuenta que una brigada son 2000 hombres y que hay luchando unos 700.000 ucranianos, podemos estimar que hay unas 350 brigadas que pierden en total unos 200.000 hombres al mes, entre muertos y heridos.

La cámara de eco persiste aún en 2025. En este video (Putin convierte la trampa de guerra de la OTAN en el asombroso colapso de Europa ), uno de los analistas, Patrick Henningsen, describe la opinión de la mayoría de los militares británicos que ha entrevistado el último año en relación con la guerra de Ucrania. La mayoría de ellos seguía afirmando que la economía rusa estaba a punto de colapsar, al igual que su ejército, que Rusia está reclutando a hombres de 60 años, que Rusia había perdido más de un millón de hombres, un número muy superior al de las pérdidas ucranianas. Esto es lo que se informa desde la clase militar y política a los medios de comunicación, aún hoy, en contra de todas las evidencias del campo de batalla. Con lo que la narrativa generalizada en los países de la OTAN es prácticamente lo contrario de lo que está ocurriendo. Pero ni el retroceso de Ucrania en el campo de batalla ni la evidente implicación impotente de la OTAN en la guerra contra Rusia impide que todos incentiven la misma propaganda, repetida una y otra vez por Washigton Post, New York Times, BBC, Der Spiegel, El País, etc.

¿Se resolverá el conflicto de Ucrania en una negociación o en el campo de batalla?

El sistemático avance del ejército ruso en todo el frente de batalla durante todo 2025 ha dividido a la OTAN. Trump siempre ha estado dividido entre el sector militarista de su gobierno, del congreso y del estado profundo, y el sector MAGA republicano, que apoya una finalización de las aventuras exteriores y un centrarse en los problemas domésticos. De ahí derivan sus continuos bandazos a la hora de abordar esta guerra. En diciembre de 2025 parece haberse convencido de la imposibilidad de vencer a Rusia e inyenta obligar a Ucrania a aceptar lo esencial de las demandas que Rusia exige para terminar el conflicto, mediante un plan de paz redactado en 28 puntos o 4 bloques.

Fig. El presidente norteamericano Donald Trump

El gobierno ucraniano y sus promotores británicos y europeos han intentado eliminar algunos de los puntos principales de este plan. Esto choca sin embargo con el planteamiento de Rusia que, como ha reiterado innumerables veces, se ha metido en esta guerra con el objetivo de acabar con las raíces últimas del conflicto. Lo que los rusos conciben en este contexto como una negociación es un acuerdo internacional de reestructuración de la seguridad colectiva en Europa, o como incisivamente lo ha expresado Jose Julio Cuevas, lo conciben como una reestructuración del equilibrio de poder. Este acuerdo sería una parte o primer paso de un reordenamiento del Orden Internacional que ya ha comenzado.

No se trata, como tienden a concebir muchos líderes europeos, de un alto el fuego que permita a ambas partes recuperarse y rearmarse para retomar el conflicto en unos pocos años. A Ucrania esto podría venirle bien, pero nunca al bando que está ganando la guerra, que es Rusia.

Las élites británicas, todavía obsesionadas con la fantasía de que Rusia está, ahora sí, a punto de colapsar, cualquier arreglo pacífico les parece inaceptable. Según analistas como Scott Ritter, Andrei Martianov y Adrian Zelaya, son los británicos quienes probablemente están detrás de los ataques con drones marinos a cuatro petroleros de distintas nacionalidades utilizados por Rusia para exportar su petróleo. Estos ataques, que son ya actos terroristas contra objetivos civiles, se produjeron a finales de noviembre y principios de diciembre de 2025 cerca de Turquía y frente a Senegal.

Este aventurerismo pirata es peligroso. Putin declaró en los días siguientes que respondería en tres fases: (i) aumentaría sus ataques sobre barcos e infraestructuras portuarias de Ucrania; (ii) caso de que continuaran los atentados, Rusia atacará intereses de los países que están ayudando a Ucrania en sus ataques piratas (probablemente UK y Francia); (iii) como último recurso, bloquearían toda entrada y salida de barcos de los puertos de Ucrania. Esto dejaría a Ucrania sin salida al mar y sin capacidad para exportar la mayoría de su producción agrícola. Los ataques podrían haber convencido a Putin de iniciar algo gordo en la región de Odesa.

Fig. Región de Odesa, clave en la entrada de ayuda occidental desde Rumanía a Ucrania, así como para las exportaciones ucranianas desde los puertos de Odesa, y sus satélites Chornomorsk y Pivdennyi

El 18 de diciembre de 2025, la UE ha aprobado una ayuda de 90.000 millones de euros para Ucrania, en base a emisión de deuda europea. Ello permitirá la continuación de la guerra durante uno o dos años más. En un artículo del 12 de diciembre en el diario La Presse, Kaja Kallas afirmó que “Rusia no puede aguantar o gastar más de lo que nosotros podemos”. Esta afirmación parece revelar la esperanza de la Comisión Europea y los países más belicosos de la UE: seguir armando y financiando a Ucrania los años que hagan falta hasta que la economía de Rusia no pueda soportar la carrera. Con la esperanza añadida de que en EEUU vuelvan a gobernar los demócratas, que son mayoritariamente neoliberales globalistas, y la geopolítica norteamericana vuelva a apoyar la guerra contra Rusia.

El principal problema de este plan es que para Rusia esta guerra es existencial, se siente amenazada vitalmente por una OTAN en su misma frontera; mientras que en la mayoría de países de la UE, salvo los Bálticos y Polonia, la población no percibe en Rusia un estado amenazante. Es decir que Rusia no puede perder esta guerra, pues antes de ello usaría sus armas hipersónicas y de todo tipo para reducir Ucrania a un territorio sin infraestructuras energéticas, portuarias, y de transporte de agua, y obligarle a una rendición incondicional. Esto sería un desastre para Ucrania, aunque parece importar poco a las élites de la UE, si con ello consiguen debilitar económicamente a Rusia unos años más.

El ascenso de China y los BRICS y la reformulación del Orden Internacional

Echar a Rusia en brazos de China y los BRICS está contribuyendo a dividir el mundo en dos, EEUU y sus vasallos anglosajones y europeo-occidentales de un lado; China, Rusia y los BRICS de otro. Creyendo aislar a Rusia, las élites europeas están aislando a Europa, pues para EEUU el subcontinente europeo es cada vez más secundario. En las conferencias internacionales de los BRICS o en la III Conferencia Internacional de Seguridad Euroasiática, celebrada a finales de octubre del 25 en Minsk, los países europeos no enviaron siquiera delegaciones para enterarse de lo que discutían 40 países de todo el mundo no-occidental; con la excepción de Hungría y Serbia, que sí estuvieron presentes. En todas estas conferencias la palabra clave que emerge de nuevo es Eurasia como contrapeso al control unilateral del mundo por parte de EEUU y sus aliados. La geopolítica de Mackinder ( Teoría del Heartland – Wikipedia, la enciclopedia libre ) parece estar de vuelta. Henry Kissinger ha venido advirtiendo contra la ceguera occidental de aislar a Rusia de Occidente, porque esto puede provocar y está provocando la peor pesadilla para Occidente, que es una alianza sólida entre Rusia y China. Esta alianza va a controlar vastos recursos energéticos, industriales y militares en el “Heartland” euroasiático (lo que recuerda a la teoría de Mackinder sobre el dominio mundial desde Eurasia) lo cual puede desplazar a Occidente como hegemón mundial. Jose A. Zorrilla afirma que Kissinger llegó a decir en una conferencia que tal asociación sería “letal” para Occidente. Pues bien, la estupidez de las élites occidentales globalistas parecen haber realizado esa pesadilla. Jose A. Zorrilla afirma que hubise sido mucho más inteligente estratégicamente establecer buenas relaciones de cooperación con Rusia, para separarla de China, en lugar de dedicarse a cercarla con la OTAN y con golpes de estado, duros o blandos, en Georgia, Kirgistán, Moldavia, Ucrania y Rumanía. Es como si siguieran viendo el mundo como en la época de Nixon cuando hasta Kissinger, el geoestratega de Nixon, ha visto que el mundo ha cambiado.

En EEUU hay un sector de republicanos, American Conservatives, que se oponen bastante frontalmente a la visión neoconservadora imperialista de las relaciones exteriores de EEUU, basada en el intervencionismo y los golpes de estado. Zorrilla entrevista a Ron Aledo, un excontratista de la CIA y de la DIA (Departamento de Inteligencia del Ejército) cercano a esa corriente, que se define como paleoconservador y que afirma que todas las supuestas “revoluciones populares” citadas anteriormente fueron golpes de estado, y que el golpe de estado en Ucrania fue financiado por la USAID, una agencia supuestamente no gubernamental de ayuda al desarrollo (Ron Aledo, contratista de la CIA y la DIA.). Este sector paleoconservador está mejor posicionado que los globalistas para adaptarse a un nuevo mundo multipolar, pero es minoritario todavía.

China tras años de políticas industriales cuyo objetivo era alcanzar a Occidente, ha comenzado a perseguir el liderazgo tecnológico. En 2015, presentó el programa Made in China 2025, una política industrial estatal con el fin de convertir a China en el líder mundial de las principales industrias del sector de la alta tecnología. La política industrial se desarrolló aún más con el China Standards 2035 Plan, para establecer unos estándares globales para la próxima generación tecnológica. La «Ruta de la Seda Digital» pretende conectar el resto del mundo con las tecnologías e industrias estratégicas chinas. Su tecnología 5G está reconocida como el sistema nervioso digital del «internet de las cosas», los coches autónomos y otras tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial. La respuesta estadounidense ha sido una guerra económica contra China para sabotear su ascenso industrial que ha intensificado su desacoplamiento tecnológico e industrial de las cadenas de suministro estadounidenses. En una línea similar, Rusia ha desarrollado un ecosistema digital independiente, que no es vulnerable a las presiones y coacciones económicas de Occidente. En ámbitos donde sus capacidades son limitadas, prioriza la cooperación tecnológica con China, aunque sigue aspirando a la soberanía tecnológica para evitar una dependencia excesiva (…) China también asume una posición de liderazgo en el desacoplamiento del sistema financiero que, liderado por Estados Unidos, ha dominado a nivel mundial desde Bretton Woods. China es el mayor participante en el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, fundado en 2014. También lanzó el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII) en 2015 como competidor del Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo. Washington advirtió a sus aliados para que no se unieran, pero al final todos, con la excepción de Japón, se sumaron a la iniciativa. China también desarrolló el Sistema de Pago Interbancario y Transfronterizo (CIPS, por sus siglas en inglés) en 2015 para reducir la dependencia del sistema SWIFT, que se estaba utilizando cada vez más como arma política (…)  China intenta aumentar el uso del yuan en el comercio internacional y fomenta acuerdos que contemplen el uso de monedas nacionales. También ha desarrollado el Pago Electrónico de Moneda Digital (DCEP, por sus siglas en inglés), que utiliza la tecnología blockchain para soslayar la dependencia de los bancos. Se espera que la digitalización de la moneda nacional china genere demanda y aumente su atractivo frente al dólar estadounidense. Rusia apoya la desdolarización y, tras las sanciones de 2022, empezó a rechazar dólares y euros en sus exportaciones. Desde la guerra de Ucrania, tanto Rusia como China han intensificado sus esfuerzos por reducir sus reservas de dólares y acumular más oro (…) A diferencia de los siglos xix y xx, Rusia no tiene ni la capacidad ni la intención de afirmar su hegemonía en Eurasia, por lo que su objetivo es ser alguien que mantenga un equilibrio que facilite la multipolaridad. Esto implica la aceptación de China como economía líder en Eurasia, aunque lo que no admitirá Rusia es el dominio chino. La diferencia entre una China que desempeñe un papel protagonista y una que ejerza el dominio está garantizada por la diversificación de la conectividad económica euroasiática a través de países como India, Irán, Turquía u otros, lo que da cabida a un mayor número de centros de poder (Diesen).

Hasta ahora, EEUU no ha estado dispuesto a hacer un hueco ni a Rusia ni a China en un orden mundial multipolar; en lugar de esto, pretende debilitarlas. El expansionismo de la OTAN es el instrumento clave de Estados Unidos para debilitar a Rusia, que es un aliado de China, mientras que, en el caso chino, pretende hacerlo abandonando la política de una sola China e impulsando la secesión de Taiwán.

El nuevo orden internacional multipolar está empezando a articularse institucionalmente. En la reunión de Minsk de octubre de 2025, Bielorrusia ha propuesto escribir una Carta Internacional del Nuevo Orden Multipolar en la que, liderada por la Organización de Cooperación de Shanghái, las distintas organizaciones eurasiáticas se coordinen debajo de un paraguas común. Mientras la OSCE (Organización de Seguridad y Cooperación en Europa) pierde importancia por culpa de la rusofobia de los líderes Macron, Stermer, Mertz y Von der Leyen, las nuevas instituciones euroasiáticas junto a los BRICS van ganando influencia política.

Mientras que el poder de Estados Unidos depende de un conflicto perpetuo que debilite a Irán y haga dependiente a Arabia Saudí, China y Rusia no promueven un sistema de alianzas, ya que no sirve a sus intereses dividir Eurasia en bloques rivales. Un reto clave para China y Rusia es profundizar en la conectividad económica tanto con Irán como con Arabia Saudí sin alienar al otro. De este modo se crean incentivos estratégicos para resolver disputas (…) La mediación de China que condujo a la normalización de las relaciones entre Arabia Saudí e Irán en marzo de 2023 demostró que un enfoque multipolar podría ser un formato superior para promover la paz (…) China y Rusia incluso evitan formar una alianza formal entre sí, ya que los chinos alienarían a Europa y Rusia a India, y posiblemente incentivarían el establecimiento de contraalianzas. La transición hacia la multipolaridad económica y política se convierte así en una propuesta cada vez más atractiva para la mayor parte del mundo (…)

BRICS+ es antihegemónico y no antioccidental; su objetivo es crear un sistema multipolar y no afirmar una dominación colectiva alternativa a Occidente. A diferencia de los sistemas de alianzas liderados por Estados Unidos, que dividen a los países en adversarios debilitados y aliados obedientes, los BRICS persiguen la seguridad con otros miembros y no contra los no miembros. Por ejemplo, tanto Arabia Saudí como Irán se unieron para mitigar su rivalidad en la región, y tanto Egipto como Etiopía se unieron por sus disputas sobre el río Nilo. Así pues, los BRICS muestran algunas diferencias cualitativas con respecto al sistema de alianzas imperiales de divide y vencerás (Diesen).

Un mundo multipolar exige no sólo respeto a la soberanía de los países sino también a las múltiples culturas. Tal como lo expresaba de forma muy confuciana el presidente chino Xi Jinping defendiendo su Iniciativa de Civilización Global: Una sola flor no hace la primavera, mientras que cien flores en plena floración traen la primavera al jardín […]. Abogamos por el respeto a la diversidad de las civilizaciones. Los países deben defender los principios de igualdad, aprendizaje mutuo, diálogo e inclusión entre civilizaciones, y dejar que los intercambios culturales trasciendan el distanciamiento, el aprendizaje mutuo trascienda los enfrentamientos y la coexistencia trascienda los sentimientos de superioridad.

Esta aproximación seduce a muchos países del sur global, porque contrasta con la que tradicionalmente ha empleado Occidente, que es colonialista, imperialista o neo-colonial. Desde el sur global no se ven a Rusia ni a China como amenazas sino como dos de los pocos países que están consiguiendo zafarse de los intentos de dominación occidentales. Y, como afirma Jose Julio Cuevas, son conscientes de que ningún país donde los occidentales han intervenido para “llevarles la democracia” se ha convertido en una potencia económica similar a ellos; por el contrario, se han convertido en fuente de mano de obra barata y/o de materias primas para los países occidentales, con su economía en muchos casos intervenida por las instituciones de gobernanza global occidentales.

En los años anteriores a la guerra de Ucrania, la UE empezó a formular el objetivo de «autonomía estratégica» y «soberanía europea». En un mundo multipolar, estos objetivos exigen una diversificación de las asociaciones, ya que una dependencia excesiva de Estados Unidos subordinará políticamente a los europeos (…) La presión de Washington para desacoplar a Europa de Rusia, China, Irán y otros de sus adversarios alimentará la animadversión a medida que los europeos se vuelvan cada vez más irrelevantes como apéndice de Estados Unidos (…) Las elites ideológicas europeas puede que sigan actuando en contra de sus propios intereses estratégicos, pero no pasará mucho tiempo antes de ser sustituidas por nuevas fuerzas políticas. Los populistas, tanto en Estados Unidos como en Europa, expresan cada vez más el deseo de abandonar la hegemonía y aceptar una posición más moderada en el sistema internacional. Además, muchas de estas voces también se oponen a los excesos del liberalismo y, en consecuencia, simpatizan ideológicamente con Rusia (…) Los excesos del neoliberalismo perturbaron a los conservadores a medida que el liberalismo se desvinculaba del Estado-nación, y muchos populistas empezaron a ver el mundo dividido entre nacional-patriotismo y cosmopolitismo-globalismo, contexto en el que Rusia pasó de ser un adversario a un aliado (Diesen).

La izquierda neoliberal europea, representada por los socialdemócratas y verdes, tendrán que aprender a desligarse del neoliberalismo, del globalismo, del supremacismo y del intervencionismo, si quiere evitar ser arroyada por el populismo y el conservadurismo nacionalista.

A medida que el poder y la capacidad de influencia continúen desplazándose hacia Oriente, Occidente en general y Europa en particular aprenderán a valorar la preservación del carácter distintivo de las civilizaciones, aunque tendrá menos capacidad para influir en los demás y los demás tendrán más capacidad para influir en Occidente.

Otra cosa que deberán hacer los partidos europeos neoliberales de centro-izquierda y centro-derecha es aceptar la victoria rusa en Ucrania, le legitimidad de sus demandas de seguridad, y volver a establecer acuerdos comerciales con la Federación Rusa. Si no, el declive económico europeo se acelerará al no ser competitiva frente a su “aliado” norteamericano ni frente a China y sus aliados.

Pero para lograr eso, la UE deberá antes independizar su política de la de EEUU. Es muy improbable a corto plazo, pues son las mismas élites neoliberales las que controlan los estados de un lado y otro del Atlántico. La ausencia de imaginación política de las élites neoliberales ha generado una visión del mundo en la que el caos es la única alternativa a su dominio mundial ejercido políticamente a través del Estado norteamericano.

Sin embargo, las élites económicas y sus representantes empiezan a estar divididas respecto al rendimiento del neoliberalismo. Mario Draghi, que fue presidente del Banco Central Europeo entre 2011 y 2019, fue uno de los grandes promotores del neoliberalismo. Sin embargo, su posición ha cambiado radicalmente tras la crisis de 2008 que demostró según él que los mercados desregulados podían colapsar el sistema financiero mundial, obligando a una intervención masiva del Estado.

Como alternativa Draghi propone inversiones públicas masivas en la UE para digitalización, descarbonización y defensa, financiados con deuda mancomunada. Así como un papel planificador para el Estado: El sector público debe marcar el rumbo de la economía, ya que el mercado por sí solo no conduce a la transición ecológica ni a la seguridad estratégica.

Estas divisiones en las élites europeas son prometedoras. A largo plazo es plausible que la ideología neoliberal globalista entre en crisis en su competencia con los tipos de capitalismo que están ensayando los BRICS y, antes que un declive económico irreversible, la UE deje ascender al poder político a élites realistas que se centren en los intereses nacionales de sus países y en las relaciones multilaterales con el resto del mundo.

Por su parte, el gobierno español de Pedro Sánchez parece tener la inteligencia política suficiente para darse cuenta de la necesidad de un acercamiento a China, tal como manifiesta la visita oficial de Pedro Sánchez a Pekín en abril de 2025, donde presentó un Plan de Acción bilateral para reforzar la Asociación Estratégica Integral entre ambos países entre 2025 y 2028. A este viaje siguió el de los reyes de España en noviembre, y el del ministro de transporte en diciembre de 2025.

Fig. Visita de los reyes de España a Pekín en noviembre de 2025

En las élites actuales (finales de 2025) de la UE cunde el desconcierto y la improvisación. La Comisión Europea está fracasando en generar una geopolítica europea prometedora, su belicismo está desindustrializando la UE, ha dividido a la UE en países halcones (nórdicos, Polonia, Holanda y Alemania), países contrarios al belicismo antirruso (Hungría, Eslovaquia, Chequia), y países renuentes o dubitativos (el sur de Europa). El presidente francés Macron tras diversos bandazos estos años, ha encontrado la oportunidad a finales de 2025 de mejorar su protagonismo y el de Francia promoviendo conversaciones bilaterales con Putin. Esto profundiza la ruptura de la buscada unidad de la UE, pero abre también una vía esperanzadora de salida al callejón sin salida del belicismo de las élites globalistas dominantes. Europa sin Rusia está abocada al declive económico por falta de competitividad, y más vale que los líderes de la UE se den cuenta pronto de la necesidad de crear un marco euro-asiático de intercambio económico y confianza mutua.

La geopolítica de EEUU frente al reto estratégico de China y sus aliados

Muchos de los conflictos internacionales actuales se entienden mejor desde la perspectiva de un Orden Internacional hasta ahora dominado por EEUU, sus aliados occidentales y las Instituciones de Gobernanza Global que éstos han creado, Orden Internacional que en pocas décadas se ha visto retado por el desarrollo explosivo de asociaciones comerciales, bancos de inversión y acuerdos de asociación político-militares propuestos y desarrollados por China y sus aliados.

Este artículo, continuación de Geopolítica, Guerra de Ucrania y Mundo Multipolar, trata de desarrollar esta perspectiva, analizando lo que ha sido la geopolítica norteamericana desde el siglo XX hasta ahora, en gran parte inspirada por varios analistas geopolíticos que han inspirado notablemente la política exterior del gobierno norteamericano.

El Orden Internacional Basado en Reglas

El Orden Internacional Basado en Reglas (OIBR) es una arquitectura global que busca estructurar las relaciones entre Estados bajo normas compartidas, con el objetivo de evitar conflictos y fomentar la cooperación. Su origen está profundamente ligado al contexto de posguerra y a la creación de instituciones internacionales que aún hoy lo sostienen, como la ONU, el FMI y la OMC.

Tiene una fuerte impronta norteamericana, sobre todo desde que EEUU se convirtió en la única potencia hegemónica tras la caída de la URSS. Promueve normas internacionales comunes, promueve sistemas económicos basados en el libre comercio, renuncian a la conquista territorial, respeta la soberanía nacional y fomenta los derechos humanos y sistemas de gobierno participativos y democráticos.

Tras la II Guerra Mundial, EEUU había quedado relativamente inafectada por la guerra y muy fortalecida económicamente. Como comenta Kissinger (World Order, Penguin 2015) “Una nación fundada explícitamente en la idea de un gobierno libre y representativo, identificó su propio ascenso con la expansión de la libertad y la democracia, y atribuyó a estas fuerzas la capacidad de lograr la paz justa y duradera que hasta entonces había eludido al mundo. El enfoque europeo tradicional del orden consideraba a los pueblos y estados como inherentemente competitivos; para limitar los efectos de sus ambiciones contrapuestas, se basaba en el equilibrio de poder y en la colaboración de estadistas ilustrados. La visión estadounidense predominante consideraba a las personas inherentemente razonables e inclinadas al compromiso pacífico, el sentido común y la equidad; por lo tanto, la expansión de la democracia era el objetivo primordial del orden internacional. Los mercados libres impulsarían a las personas, enriquecerían a las sociedades y sustituirían las rivalidades internacionales tradicionales por la interdependencia económica. Desde esta perspectiva, la Guerra Fría fue causada por las aberraciones del comunismo; tarde o temprano, la Unión Soviética regresaría a la comunidad de naciones. Entonces, un nuevo orden mundial abarcaría todas las regiones del planeta; los valores y objetivos compartidos humanizarían las condiciones dentro de los estados y reducirían la probabilidad de conflictos entre ellos”.

Esta esperanza idealista pareció verse confirmada tras la caída de la URSS. En la tercera década del siglo XXI el surgimiento de potencias que se acercan a EEUU en poder económico y militar (China y Federación Rusa) hace que este modelo idealista-norteamericano de orden internacional no sea aceptado universalmente, pues contiene elementos que no satisfacen la visión del mundo de esas dos potencias emergentes.

Cómo analizar las relaciones entre distintos Estados y pueblos

El debate entre idealistas y realistas está presente en toda la historia de la teoría de las relaciones internacionales hasta nuestros días. Los idealistas rechazan que el poder político y su tendencia a crecer sean leyes inmutables de la naturaleza. Ningún modelo de conducta es inmutable pues el hombre tiene la capacidad de aprender y progresar a lo largo de la historia. Consideran que un orden racional y moral es posible en el sistema internacional porque los Estados son capaces de comportarse éticamente al igual que los individuos. Consideran que los intereses de los Estados son complementarios más que antagónicos y son optimistas sobre la posibilidad de soluciones pacíficas de los conflictos políticos.

Para la escuela realista, en cambio, mientras haya más de un Estado en el planeta, la política entre los Estados será siempre una competición constante y una política de poder, porque no hay armonía natural de intereses entre los Estados. Esto lo deducen de las evidencias históricas, no confían en el Progreso de las relaciones internacionales.

Raymond Aron, en su obra póstuma Los últimos años del siglo, trata de definir la sociedad internacional desde un punto de vista lo más incluyente y sociológico posible, y afirma “Tal vez pueda denominarse sociedad internacional o sociedad mundial al conjunto que engloba el sistema interestatal, la economía mundial (o el mercado mundial o el sistema económico mundial) y los fenómenos transnacionales y supranacionales (…) Por comodidad, denominaremos sociedad internacional al conjunto de todas esas relaciones entre Estados y entre personas privadas”.

Pues bien, pese al esfuerzo de Aron y de otros académicos por construir una teoría sociológica y sofisticada tanto de la sociedad internacional como del sistema interestatal, si nos limitamos a éste último la clásica teoría del realismo geopolítico sigue siendo la más utilizada en la práctica.

Con antecedentes en Tucídides, Maquiavelo, Hobbes y Rudolf Kjellén (fundador del término “geopolítica”), la perspectiva realista se consolida tras la II Guerra Mundial con autores como Edward Hallett Carr (The Twenty Years’ Crisis, 1939), Morgenthau, George F. Kennan (que inspiró la doctrina de la contención frente a la URSS), y Henry Kissinger (que desde el Departamente de Estado norteamericano aplicó el realismo en la política exterior de EEUU durante toda la Guerra Fría). Tras la Guerra Fría, autores importantes fueron Kenneth Waltz (Theory of International Politics, 1979), John Mearsheimer (representante del realismo ofensivo, que sostiene que los Estados buscan maximizar su poder relativo y Stephen Walt (que desarrolló el realismo defensivo y la teoría del balance of threat).

Para el realismo político de Morgenthau “la política internacional, como toda política, es una lucha por el poder. Cualesquiera que sean los fines últimos de la política internacional, el poder es siempre el fin inmediato” (Politics among nations 1948), y precisa: “Cuando nos referimos al poder hablamos del dominio del hombre sobre las mentes y las acciones de otros hombres. Por poder político entendemos las relaciones de dominio entre los que detentan la autoridad pública y entre éstos y la gente en general.” Y añade: “El poder político es una relación psicológica entre aquellos que lo ejercen y aquellos sobre los cuales es ejercido. El da a los primeros el dominio sobre ciertos actos de los segundos”.

El interés político es otro concepto central. Este interés depende del contexto político y cultural y evoluciona con los periodos históricos. El interés nacional puede identificarse con la supervivencia del Estado, es decir, la protección de su identidad física, política y cultural, contra los ataques de otros Estados. Este interés nacional está por encima de otros intereses políticos que pueden surgir una vez el primero está asegurado.

La moralidad de la acción política es la prudencia, la cual no tiene por qué coincidir con la moral individual. Confundir una con la otra puede llevar al Estado a la ruina. Las acciones políticas deben juzgarse por criterios políticos, aunque los líderes políticos deben ser conscientes de la existencia social de normas de pensamiento grupales e individuales distintas.

La llamada Doctrina Wolfowitz —nombre no oficial— es la etiqueta que se dio a la versión inicial de la Defense Planning Guidance (Guía de Planificación de la Defensa) redactada en 1992 por Paul Wolfowitz, entonces subsecretario de Defensa de EE. UU., junto a su equipo. Aunque era un documento interno y clasificado, se filtró al New York Times y generó una gran polémica por su tono y objetivos.

📜 Principios centrales

  • Unipolaridad estadounidense: tras la caída de la URSS, EE. UU. debía mantener su posición como única superpotencia y evitar la aparición de cualquier rival estratégico, ya fuera en Eurasia, Asia o cualquier otra región.
  • Prevención proactiva: se defendía el uso de la fuerza militar preventiva para neutralizar amenazas potenciales antes de que se materializaran.
  • Control de regiones clave: impedir que potencias hostiles dominen áreas con recursos suficientes para proyectar poder global (por ejemplo, Oriente Medio o el espacio postsoviético).
  • Liderazgo sobre aliados: reforzar alianzas militares (como la OTAN) pero evitando que Europa desarrollara un sistema de defensa autónomo que pudiera restar influencia a EE. UU..
  • Intervencionismo selectivo: reservarse el derecho de intervenir militarmente cuando los intereses estadounidenses lo requirieran, incluso sin consenso internacional.

🌍 Impacto y proyección

  • Fue reescrita oficialmente en abril de 1992 para suavizar su lenguaje, pero muchos de sus principios reaparecieron en la Doctrina Bush tras el 11‑S.
  • Ha sido señalada como marco ideológico para la expansión de la OTAN hacia el Este, las guerras en Irak, Afganistán, Libia y Siria, y la política de contención hacia Rusia y China.
  • Sus críticos la califican de imperialista y belicista, mientras que sus defensores la ven como una estrategia realista para preservar la seguridad y el liderazgo global de EE. UU..

La Doctrina Wolfowitz no surgió en un vacío: bebe de varias corrientes intelectuales y figuras clave de la teoría de las relaciones internacionales, sobre todo del neoconservadurismo estadounidense y de ciertas interpretaciones del realismo ofensivo. Entre los académicos y estrategas que influyeron directa o indirectamente en Paul Wolfowitz y su círculo destacan:

  • Albert Wohlstetter
    Mentor de Wolfowitz en la Universidad de Chicago. Estratega nuclear y analista de RAND Corporation, defensor de la superioridad tecnológica y militar de EE. UU. y de la disuasión activa frente a la URSS.
  • Leo Strauss
    Filósofo político también en la Universidad de Chicago, cuya visión sobre el papel de las élites, la moral y el poder influyó en varios neoconservadores. Aunque Strauss no escribió sobre geopolítica práctica, su énfasis en la defensa de valores “superiores” y el papel rector de una élite política permeó en discípulos y colegas de Wolfowitz.
  • Richard Pipes
    Historiador especializado en la Unión Soviética, miembro del “Team B” en los años 70, que exageró la amenaza soviética para justificar un rearme. Su visión de un adversario implacable encajaba con la lógica preventiva de la Doctrina Wolfowitz.
  • Zalmay Khalilzad
    Académico y funcionario que trabajó directamente en la redacción del borrador filtrado de la Defense Planning Guidance. Formado en teoría de seguridad internacional, aportó un enfoque geoestratégico centrado en Asia Central y Oriente Medio.
  • Think tanks neoconservadores
    Como el Project for the New American Century (PNAC), que en su documento Rebuilding America’s Defenses (2000) retomó y amplificó ideas ya presentes en la Doctrina Wolfowitz: primacía global, intervenciones preventivas y control de regiones estratégicas.

🧭 Corrientes teóricas subyacentes

  • Neoconservadurismo: mezcla de idealismo wilsoniano (expansión de la democracia) con realismo duro (uso de la fuerza para garantizar intereses).
  • Realismo ofensivo: la idea de que la potencia hegemónica debe impedir el ascenso de rivales potenciales en cualquier región clave.
  • Estrategia de contención ampliada: heredera de la Guerra Fría, pero aplicada a un mundo unipolar.

El control de Rusia

El control de la Federación de Rusa fue desde el principio no sólo político sino también económico. Durante la presidencia de Boris Yeltsin (1991‑1999) y en los primeros años de su sucesor, Vladímir Putin, se tejió una red de relaciones muy estrechas entre las élites políticas y económicas occidentales y los nuevos oligarcas rusos surgidos de la privatización acelerada de la economía postsoviética.

🔹 Contexto: la “terapia de choque” y el nacimiento de los oligarcas

  • Tras la disolución de la URSS, Yeltsin impulsó reformas radicales de liberalización, estabilización y privatización.
  • Este proceso, asesorado y financiado en gran parte por instituciones occidentales (FMI, Banco Mundial, USAID), permitió que un reducido grupo de empresarios —muchos con conexiones políticas— adquiriera activos estratégicos (energía, metales, telecomunicaciones) a precios muy bajos.
  • USAID y otros organismos llegaron incluso a redactar borradores de decretos presidenciales, lo que muestra el grado de injerencia y cooperación técnica.

🔹 Formas de cooperación con Occidente

  1. Apoyo político y diplomático
    • Gobiernos occidentales respaldaron a Yeltsin incluso en episodios autoritarios (como la disolución del Parlamento en 1993) para evitar un retorno comunista.
    • En las elecciones de 1996, oligarcas y asesores occidentales colaboraron en la campaña de Yeltsin, con acceso privilegiado a medios y financiación.
  2. Integración financiera y empresarial
    • Los oligarcas movieron capitales hacia bancos y paraísos fiscales occidentales, invirtiendo en bienes raíces, clubes deportivos y empresas en Londres, Nueva York o la Costa Azul.
    • Firmas occidentales de consultoría, auditoría y banca de inversión facilitaron la estructuración de estas operaciones.
  3. Control mediático alineado
    • Oligarcas como Borís Berezovski o Vladímir Gusinski, con intereses en medios, coordinaron narrativas favorables a Yeltsin y a la apertura hacia Occidente.
    • La pluralidad mediática se redujo a un reparto de canales entre magnates, muchos con vínculos con corporaciones y gobiernos occidentales.
  4. Proyectos energéticos y estratégicos
    • Empresas petroleras y gasísticas occidentales buscaron acuerdos con conglomerados rusos para explotar y exportar recursos, especialmente en Siberia y el Ártico.
    • Hubo cooperación en oleoductos y gasoductos que conectaban Rusia con Europa, con respaldo político de Bruselas y Washington.

Transición a la era Putin

Al llegar al poder en el 2000, Putin limitó la autonomía política de los oligarcas, pero no rompió del todo los lazos económicos con Occidente pues él y su círculo se inspiraban inicialmente en la economía «liberal» occidental. Muchos oligarcas siguieron invirtiendo y residiendo fuera de Rusia.

Sin embargo, tras casos como el de Mijaíl Jodorkovski (dueño de la petrolera Yukos), el Kremlin reforzó el control estatal sobre sectores estratégicos, reduciendo la influencia directa de capitales y gobiernos occidentales. El caso Jodorkovsky (Yukos) es uno de los episodios más emblemáticos de la Rusia postsoviética, porque combina política, poder económico, justicia y geopolítica.

Mijaíl Jodorkovsky fue uno de los oligarcas surgidos en la era Yeltsin gracias a las privatizaciones rápidas y opacas de los años 90. En 1995 adquirió Yukos Oil Company, que llegó a ser la mayor petrolera privada de Rusia y una de las más modernas y transparentes del país. A finales de los 90 y principios de los 2000, Jodorkovsky empezó a financiar partidos de oposición, ONGs y proyectos cívicos, además de negociar con petroleras occidentales para vender participaciones estratégicas.

En 2003, Jodorkovsky fue arrestado bajo cargos de fraude y evasión fiscal. El gobierno reclamó miles de millones en impuestos atrasados a Yukos, lo que llevó a su quiebra y a la venta forzosa de sus activos. La principal beneficiaria fue la petrolera estatal Rosneft, que absorbió gran parte de Yukos entre 2004 y 2006. Jodorkovsky pasó más de 10 años en prisión antes de ser indultado en 2013 “por motivos humanitarios” y exiliarse en Londres.

Otros oligarcas fueron encarcelados por motivos similares. Para muchos analistas, estos casos fueron una advertencia a otros magnates: podían conservar su riqueza si se mantenían fuera de la política y acataban las normativas del gobierno. Supuso un giro hacia el control estatal de sectores estratégicos, especialmente el energético. Putin dejó claro que los grandes propietarios debían ponerse al servicio del país y acatar las normativas del gobierno, y que quien no lo hiciera sería perseguido.

En occidente, dañó la imagen de Rusia ante los grandes inversores, que suelen tener vía libre para sus actividades en la mayoría de los países neoliberales occidentales, y se convirtió en un símbolo de que el Kremlin se alejaba del modelo económico occidental.

Algunos oligarcas optaron por colaborar con el Estado; otros se exiliaron en países occidentales. Según Adrian Celaya, esto lo pudo hacer Putin porque la mayoría de la población y de los cuadros medios desconfiaban de estos oligarcas que se habían enriquecido de la noche a la mañana sólo gracias a sus contactos políticos previos.

Marco geoestratégico de Brzezinski

El estudio El Gran Tablero Mundial (1997) de Zbigniew Brzezinski no sustituyó la lógica de la Doctrina Wolfowitz, pero sí la refinó y amplió en varios aspectos clave, aportando un marco geoestratégico más elaborado y con un lenguaje menos abiertamente unilateralista. Zbigniew Brzezinski (1928‑2017, exconsejero de Seguridad Nacional de EE. UU. en la administración Carter) es considerado un geopolítico estratégico. Su pensamiento comparte varios elementos con la tradición realista —como la centralidad del poder, la competencia entre grandes potencias y la importancia de la geografía—, pero también incorpora rasgos liberales e idealistas en su énfasis en la promoción de la democracia y en el uso de alianzas multilaterales como instrumentos de influencia.

Subraya la importancia de combinar el poder duro (militar, geoestratégico) con el poder blando (valores democráticos, desarrollo económico), y tiene cierto pragmatismo ideológico: Aunque su análisis partía de la lógica de la competencia de poder, no se limitaba a la visión pesimista del realismo; veía posible moldear el entorno internacional mediante instituciones y valores.

Para muchos analistas realistas, sin embargo, los nobles ideales de extender los valores democráticos y el desarrollo por el mundo son utilizados frecuentemente por las potencias occidentales más desarrolladas como ideologías útiles para la dominación de los Estados menos democrático-liberales y menos desarrollados. Con lo que los ideales individuales, cuando son utilizados por los Estados, se convierten justo en lo contrario en la práctica.

La idea de impedir una alianza estratégica entre Rusia, China e Irán y, en general, de limitar el poder de Rusia fragmentándola o debilitando su control territorial, está muy asociada al pensamiento geopolítico de Brzezinski y a su influyente libro The Grand Chessboard (El gran tablero mundial, 1997). En ese texto, Brzezinski plantea que:

  • Eurasia es el tablero central de la geopolítica mundial, y quien la controle dominará el mundo.
  • Para preservar la primacía global de EE. UU., es clave evitar que surja una coalición hostil que una a las principales potencias euroasiáticas, especialmente Rusia y China (y, por extensión, otros actores como Irán).
  • Respecto a Rusia, advierte que, si mantiene su cohesión y control sobre sus vastos recursos, podría convertirse en un rival estratégico. Por ello, sugiere que una Rusia más descentralizada o dividida en varias entidades sería menos capaz de desafiar el orden liderado por EE. UU.

Brzezinski describe escenarios en los que Rusia podría evolucionar hacia una confederación más débil o incluso perder territorios periféricos, reduciendo así su capacidad de proyectar poder. Esto inspiró a otros a proponer la estrategia de tratar de descomponer a la Federación Rusa en sus repúblicas constituyentes a fin de que los interesas políticos y empresariales occidentales puedan penetrar en esa tierra rica en recursos sin oposición. Por ejemplo, algunos informes de instituciones como la RAND Corporation han explorado escenarios de debilitamiento o descentralización de Rusia como parte de estudios de “competencia estratégica”, aunque presentados como hipótesis, no como objetivos declarados. También, tras la caída de la URSS en los años 90, ciertos sectores políticos y académicos en Occidente especularon con que la Federación Rusa podría seguir el camino de la desintegración, lo que abriría oportunidades económicas y reduciría riesgos militares.

En The Grand Chessboard (El gran tablero mundial, 1997) Zbigniew Brzezinski sugiere estrategias geopolíticas que permitan a EEUU conservar su papel de hegemón principal durante el siglo XXI. Para ello, recomienda impedir alianzas estratégicas que desafíen la primacía de EE. UU.:

📌 Eurasia como tablero central

“Eurasia es el tablero de ajedrez en el que se desarrolla la lucha por la primacía global”.
Brzezinski sostiene que controlar Eurasia es esencial para mantener el liderazgo mundial de Estados Unidos.

📌 Rusia y Ucrania

“Ucrania, un nuevo y importante espacio en el tablero euroasiático, es un pivote geopolítico porque su mera existencia como país independiente ayuda a transformar Rusia. Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio euroasiático”.
Aquí se ve la importancia que otorga a separar a Rusia de Ucrania para limitar su proyección de poder.

📌 Evitar bloques hostiles

Brzezinski advierte que la mayor amenaza para EE. UU. sería la formación de una gran coalición antiestadounidense en Eurasia, especialmente si incluye a Rusia, China e Irán. Por ello, recomienda una estrategia que impida la consolidación de ese bloque y fomente divisiones o equilibrios internos.

📌 Fragmentación de Rusia

Aunque no siempre lo formula como “fragmentación” de forma literal, describe escenarios en los que Rusia podría evolucionar hacia una estructura más descentralizada o confederada, reduciendo así su capacidad de actuar como potencia unificada.

Este esquema cronológico muestra que las principales acciones y líneas de actuación de EE. UU. en Eurasia están siguiendo la lógica que Brzezinski proponía (1 archive.org , 2 erawanthai.es , 3 terapialiberal.github.io):

Cronología estratégica de EE. UU. en Eurasia según la visión de Brzezinski

Período Acción / Evento Objetivo geopolítico
1991–1994 Apoyo a la independencia de repúblicas exsoviéticas (Ucrania, Georgia, Kazajistán, etc.) Reducir el control territorial y la influencia de Moscú.
1994–1999 Expansión de la OTAN hacia Europa Central y del Este (Polonia, Hungría, Chequia) Integrar a exsatélites soviéticos en la órbita occidental y alejar a Rusia de Europa.
1997 Publicación de The Grand Chessboard Fijar la doctrina: impedir un bloque Rusia–China–Irán y promover un equilibrio favorable a EE. UU. en Eurasia.
1999 Intervención en Kosovo y bombardeo de Serbia Debilitar a un aliado tradicional de Rusia en los Balcanes y reforzar la influencia de la OTAN.
2001–2005 Bases militares en Asia Central (Kirguistán, Uzbekistán) tras el 11-S Proyección militar en el “Heartland” y control de rutas hacia Afganistán.
2003–2005 Apoyo a las “revoluciones de colores” (Georgia, Ucrania, Kirguistán) Instalar gobiernos prooccidentales en el espacio postsoviético.
2004–2009 Segunda ola de expansión de la OTAN (países bálticos, Rumanía, Bulgaria) Cerrar el acceso de Rusia al Báltico y al Mar Negro.
2014 Respaldo a cambio de gobierno en Ucrania y sanciones a Rusia tras anexión de Crimea Evitar que Rusia consolide un eje estratégico con Ucrania.
2017–2020 Refuerzo de alianzas con India, Japón y Australia (Quad) Contener simultáneamente a China y limitar su cooperación con Rusia.
2022–2025 Apoyo militar y económico masivo a Ucrania en la guerra contra Rusia Debilitar la capacidad militar rusa y aislarla diplomáticamente.

Claves de la estrategia:

  • Evitar un bloque euroasiático hostil (Rusia–China–Irán).
  • Controlar pivotes geopolíticos como Ucrania, Azerbaiyán, Uzbekistán, Turquía.
  • Proyectar poder militar y alianzas en el “Heartland” y sus periferias.
  • Usar la expansión de la OTAN y acuerdos bilaterales como herramientas de contención.

Principales aportes de Brzezinski sobre la base Wolfowitz

Aspecto Doctrina Wolfowitz (1992) Aporte de El Gran Tablero Mundial (1997)
Enfoque geográfico Evitar la aparición de cualquier rival global, sin un mapa detallado de prioridades regionales. Define a Eurasia como el “tablero de ajedrez” central de la primacía global y detalla zonas clave: Europa Occidental, Rusia, Asia Central, Oriente Medio y Asia Oriental.
Fundamento teórico Basada en realismo ofensivo y neoconservadurismo, con énfasis en la fuerza preventiva. Integra la tradición geopolítica de Halford Mackinder (“quien controle el Heartland controlará el mundo”) y la adapta a la hegemonía estadounidense.
Método de control Uso directo de la superioridad militar y alianzas subordinadas. Propone una combinación de hegemonía indirecta: alianzas, diplomacia, integración económica y presencia militar selectiva para evitar que surja una potencia euroasiática rival.
Relación con aliados Evitar que Europa desarrolle defensa autónoma que reste influencia a EE. UU. Fomentar una OTAN ampliada y redes de cooperación con Rusia, China y Japón, siempre bajo liderazgo estadounidense.
Narrativa Lenguaje crudo sobre primacía y prevención. Discurso más “académico” y estratégico, presentando la supremacía de EE. UU. como garante de estabilidad global, no solo como interés propio.

En síntesis, Brzezinski geolocalizó y jerarquizó la primacía estadounidense:

  • Identificó pivotes geopolíticos (Ucrania, Azerbaiyán, Turquía, Irán, Corea del Sur) cuya orientación determinaría el equilibrio de poder en Eurasia.
  • Subrayó que sin Ucrania, Rusia no podría volver a ser un imperio euroasiático.
  • Reforzó la idea de que el control de rutas energéticas y recursos en Eurasia es esencial para mantener la hegemonía global.

En otras palabras, la Doctrina Wolfowitz decía “nadie debe desafiar nuestra primacía”, y Brzezinski añadió “y aquí está el mapa, las piezas y las jugadas para lograrlo”.

En julio de 2024, el National Security Archive publicó memorandos, minutas de conversaciones y cables internos de la administración Clinton que muestran que, ya en 1994, altos cargos estadounidenses eran conscientes de que la expansión de la OTAN hacia el Este sería vista por Rusia como una amenaza y podría generar respuestas imprevisibles. Según estos documentos, figuras como el secretario de Defensa William Perry consideraron incluso dimitir por su oposición, al estimar que la medida era peligrosa.

Perry declaró que todos sus colegas en el gobierno coincidían en que la ampliación provocaría conflicto con Rusia, pero que la mayoría pensaba que Moscú estaba demasiado debilitado para reaccionar de forma decisiva.

El expresidente Clinton ha reconocido que, en paralelo a impulsar la expansión, ofreció a Rusia una “eventual membresía” en la OTAN, intentando suavizar el impacto, aunque defendió que la ampliación era lo correcto. Más exactamente, Putin le sugirió a Clinton en una visita de ésta a Moscú la entrada de Rusia en la OTAN, éste le respondió que la idea le parecía «interesante», pero tras consultas con sus asesores y aliados, esa misma noche le respondió que la idea no era «viable en ese momento».

Diplomáticos veteranos como Jack Matlock (último embajador en la URSS) y George Kennan advirtieron públicamente que la expansión de ña OTAN sería vista en Moscú como una amenaza estratégica y podría desestabilizar la relación. Por otra parte, la historiadora Mary Sarotte, en Not One Inch, documenta que la administración Clinton optó por acelerar la ampliación para consolidar la victoria de EE. UU. en la Guerra Fría, a pesar de las advertencias de que Rusia se sentiría humillada y amenazada. Para más detalles sobre este tema, véase, www.jornada.com.mx , theobjective.com y ctxt.es .

La Guerra de la OTAN y Rusia en Ucrania

Acabando ya 2025, con el ejército ucraniano en lenta retirada en todo el frente, y la economía europea sufriendo las consecuencias de la pérdida del barato gas ruso, analistas como el excoronel norteamericano Douglas MacGregor se preguntan cómo es posible que la mayoría de las élites de la UE y de EEUU sigan apostando por proseguir la guerra de Ucrania, y su respuesta es que: (i) estas élites parecen no querer admitir sus pronósticos erróneos previos acerca de la debilidad de Rusia; (ii) la credibilidad de la OTAN como fuerza militar capaz de sostener el orden unipolar occidental se pondría en duda en todo el mundo; y (iii) Putin está conduciendo la guerra de una forma relativamente moderada para lo que puede llegar a ser una guerra, porque no puede ni quiere exterminar a un pueblo ucraniano que tiene lazos familiares y culturales con los rusos, ni tampoco quiere provocar desconfianza entre sus aliados del Sur Global, muy sensibles a las demostraciones de fuerza bruta. Esta moderación es interpretada por muchos en Occidente como debilidad, y les anima a seguir presionando (El frente se derrumbó: el ejército ucraniano está exhausto, ¿dónde está la OTAN? | Coronel Dougla… ). El mensaje de Donald Trump del 23 de septiembre de 2025 en su red social comparando a Rusia con un tigre de papel parecen confirmar esta visión.

Otros analistas, como Ezequiel Bistoletti y Adrián Celaya, piensan que las élites neoliberales globalistas que dominan en la UE y en EEUU quieren seguir apretando mientras haya alguna esperanza de victoria sobre Rusia, porque una derrota ante esta nación pondría en jaque el orden global unipolar que ha cubierto sus intereses económico-políticos en todo el mundo hasta la actualidad. Una gran parte de los grandes negocios tendrían un formato distinto al neoliberal, y no estarían controlados por ellos, en un futuro orden multipolar.

Los deseos de las élites globalistas occidentales en relación a Ucrania es difícil que se realicen pues esta región forma parte de lo que la geopolítica rusa considera su zona de seguridad o colchón con los países de la OTAN con bases militares, necesaria para disponer de tiempo de reacción ante un posible ataque nuclear o una falsa alarma producida por un error de detección en los sistemas militares de alerta. La neutralidad de Ucrania siempre ha sido un asunto existencial para Rusia, y formaba parte del acuerdo de secesión entre Ucrania y Rusia. Cabe imaginar que Rusia usaría armas nucleares tácticas en Ucrania antes que permitir que este país entrara en la OTAN.

Dado que vivimos en un sistema en el que la mayoría de los grandes medios de comunicación son propiedad privada de mil-millonarios, creo razonable decir que lo que en occidente llamamos prensa libre es simplemente la visión del mundo de estos mil-millonarios, es decir, propaganda acorde con sus intereses y valores. Si en una guerra como la de Ucrania sólo atendemos a la propaganda occidental, y nunca a la propaganda rusa, nos haremos una visión irreal de lo que está ocurriendo, sus antecedentes, causas, motivaciones y posibles desenlaces. La perspectiva sobre la guerra del lado ruso está sistemáticamente ausente en los medios occidentales, con contadas excepciones. El discurso del embajador ruso en el Consejo de Seguridad, Dmitry Polyanskyi, el 23 de septiembre de 2025, ha sido difundido por la ONU para todos los países del mundo, por una cuestión de forma y ethos profesional de la organización, de modo que hubiera sido imposible censurarlo y nos permite conocer qué dice la perspectiva rusa. Transcribo casi en su totalidad las principales frases de su intervención de 12 minutos, que se puede consultar en Youtube ( «NOTHING BUT PROPAGANDA» Russian Envoy Blasts Zelensky at Explosive UNSC Showdown ).

[Los espónsores europeos del régimen de Zelenski viven en una realidad paralela que nos quieren hacer creer] (…) y nos dicen que Ucrania van ganando y que los ciudadanos ucranianos hacen cola para morir en esa matanza sin sentido por los intereses geopolíticos de occidente. En ese cuadro distorsionado Ucrania es una isla de democracia y libertad. Y su líder usurpador, que rompió todas sus promesas electorales y encarceló a miles de sus conciudadanos disfruta del apoyo de todos los ucranianos, que no ven la necesidad de elecciones ya que tienen a ese maravilloso presidente. Aquellos que por cualquier razón se alinean con los titiriteros europeos de Ucrania, deben saber que esencialmente se han vuelto cómplices de una manipulación criminal cuyo objetivo es impedir una paz justa y sostenible a largo plazo en Ucrania, que incluiría entre otras cosas garantías de seguridad que eliminarían la amenaza de un nuevo conflicto en Europa. Esto es en esencia una conspiración dirigida a asegurar que los ucranianos continúen muriendo por miles en una masacre fraticida sin sentido que los enemigos occidentales de Rusia han estado preparando durante muchos años esperando desangrar a nuestro país y socavar su seguridad y potencial económico (…) Se nos pide que cerremos los ojos ante el hecho de que las marionetas de Kiev, enloquecidas por la permisividad y rusofobia de sus amos, tienen intención cero de abandonar su persecución a los ruso-hablantes, impidiéndoles hablar su lengua y enseñársela a sus hijos. La gente está siendo obligada, bajo amenaza de muerte y persecución, a abandonar su identidad, sus raíces espirituales e históricas. Y las así llamadas democracias europeas aplauden esto afirmando sin base que Rusia quiere pisotear la identidad ucraniana. Nosotros nunca hemos tenido ese objetivo, eso es una inmensa y descarada mentira promovida por Kiev para intimidar y engañar a la comunidad internacional.

Se nos pide que olvidemos cómo el régimen neonazi de Kiev, envalentonado por la impunidad y traído al poder por un golpe de estado patrocinado por occidente que violaba la carta de las Naciones Unidas abatió a tiros a gente indefensa en el sur y este de Ucrania con tanques y artillería, lanzó bombas sobre ellos y los quemó vivos en la Casa de los Sindicatos de Odesa. Los humillaron y ridiculizaron simplemente porque eran rusos y rehusaban aceptar la ideología misántropa del régimen de Kiev. Y luego, durante 7 años, bajo el disfraz de los acuerdos de Minsk, [el régimen de Kiev] fue armado hasta los dientes, suplido con inteligencia, y preparado para la guerra con Rusia, como varios políticos europeos retirados que estuvieron directamente involucrados han admitido.

Y se nos urge también a ignorar cómo Ucrania continúa glorificando a aquellos que junto con los nazis exterminaron a cientos de miles de judíos, polacos, rusos, rumanos, e incluso ucranianos durante la II Guerra Mundial (…) Para aquellos que quieren convencer al mundo con este paradigma distorsionado, la historia sólo comienza en febrero de 2022. Ellos no quieren recordar las promesas rotas para impedir la expansión de la OTAN hacia el Este o la indivisibilidad de la seguridad. Ellos quieren borrar de la memoria lo que hicieron en Kiev en 2014. Arrancan de la carta de las naciones unidas únicamente el principio de respeto por la integridad territorial de los estados, olvidando lo que respecta a su soberanía, igualdad, no interferencia en los asuntos internos, y el derecho de los pueblos a la auto-determinación. Ven el problema sólo en las acciones que son respuestas a sus propias acciones. Están reemplazando rápidamente la ley internacional por el así llamado Orden Basado en Reglas, que ellos mismos inventan e imponen sobre los otros. La crisis ucraniana es el resultado de sus acciones y pasos realizados durante muchos años a pesar de todas nuestras advertencias y llamadas a parar y abandonar un camino que está conduciendo a un desastre para este país. Ahora, cuando este desastre es obvio para todo el mundo salvo el líder del régimen de Kiev, que está salvando su propia piel y los miles de millones robados, y para aquellos que lo trajeron al poder, ellos están minando los esfuerzos dirigidos a lograr una paz sostenible a largo plazo en Ucrania.

 Este país se ha convertido en un arquetipo no sólo por su corrupción rampante y completo desorden, sino también por la flagrante doble moral que el occidente colectivo y sus medios demuestran en el contexto ucraniano. En ningún lugar del mundo y en ningún conflicto se ha ignorado tanto las innegables violaciones de las leyes internacionales humanitarias como con el régimen de Kiev.  Usando civiles como escudos humanos y desplegando sistemas de defensa aérea en cercana proximidad de áreas residenciales. Esto conduce a tragedias que involucran escombros cayendo sobre edificios residenciales o misiles antiaéreos perdidos que de otra forma no se habrían producido, ya que las fuerzas aeroespaciales rusas, como ha sido subrayado insistentemente, realizan exclusivamente ataques de precisión contra blancos pertenecientes al potencial militar-industrial del régimen de Kiev. Además, en la mayoría de los casos estos ataques son una respuesta a los ataques ucranianos con drones contra blancos civiles en las ciudades rusas y los ataques selectivos de ucranianos nazis sobre edificios residenciales, escuelas, jardines de infancia y hospitales, que occidente intenta ignorar (…)

[Los europeos tratan de minar los intentos para una paz definitiva que tuvieron lugar en las conversaciones de Alaska entre Trump y Putin]. Hoy este partido de la guerra ha perdido el sueño e intenta por todos los medios socavar los resultados y entendimientos alcanzados. Están lanzando rabietas, incluso en este mismo foro, con afirmaciones sin fundamente de drones rusos volando hacia Polonia o aviones de combate rusos volando sobre Estonia. Este lavado de cerebro y zombificación de la población, el deseo de culpar a Rusia por sus propias limitaciones y errores y los calamitosos problemas sociales y económicos que afectan a Europa como resultado de sus mal concebidas sanciones es comparable sólo al adoctrinamiento de los ciudadanos alemanes e italianos al inicio de la II Guerra Mundial.

Justo ayer, en un canal de TV ucraniano, un propagandista local se quejaba de que muchos ucranianos estaban siendo acorralados en las calles pero, cito, se están agotando rápidamente. Esta declaración cínica resume la esencia del régimen de Kiev (…) No rechazamos ningún formato de negociación pero avocamos exclusivamente por conversaciones serias, sustantivas y abiertas de mente. No rechazamos negociaciones con Ucrania a pesar de lo extremadamente dudosa legitimidad, por decirlo suavemente, de sus autoridades actuales. El formato óptimo ha sido ya identificado: la plataforma de negociación de Estambul. Cualquier otra cosa puede ser discutida únicamente si resultados significativos han sido alcanzados por los expertos. Desgraciadamente eso está aún muy lejos.

Si atendiéramos sólo a lo que difunden mayoritariamente los medios de Europa y EEUU concluiríamos (y eso concluye mucha gente) que los rusos realizan principalmente ataques a hospitales, escuelas y edificios civiles mientras que los ucranianos siempre atacan objetivos militares. El embajador ruso nos dice lo inverso. Esto nos permite investigar más a fondo y descubrimos entonces que después de sus campañas aéreas, el Ministerio de Defensa de Rusia suele publicar comunicados oficiales donde describe los blancos atacados. En ellos emite un parte oficial vía sus canales habituales (sitio web, canal de Telegram, agencias estatales como TASS) con la fecha, hora y medios empleados (aviones Su-34, misiles Kalibr, drones); informa del número de objetivos supuestamente alcanzados o destruidos, y lista de categorías de blancos: Puestos de mando, Depósitos de munición y combustible, Sistemas de defensa antiaérea y radares, Infraestructura del complejo militar-industrial. No es probable que la federación rusa le interese atacar objetivos civiles en Ucrania, porque considera a la población ucraniana, sobre todo en el Este del país, emparentada con la rusa culturalmente, étnicamente y en muchos casos incluso por lazos familiares.

Es creíble que muchos de los ataques que según Kiev la fuerza aeroespacial rusa efectuó sobre áreas urbanas hayan sido en realidad producto de la caída de los misiles interceptores que erraron la intercepción, y de hecho está documentado en varios conflictos recientes. Los misiles antiaéreos están diseñados para interceptar un proyectil en vuelo. Si no logran impactar, siguen una trayectoria balística hasta agotar su combustible y caer. Pero Incluso cuando interceptan, generan restos metálicos que caen sobre el área protegida. Si el objetivo militar está dentro o cerca de una ciudad, cualquier fallo de intercepción aumenta el riesgo de que los restos caigan sobre zonas habitadas.

Hay ejemplos documentados en Kiev (2022–2023), donde varias veces se han reportado daños en edificios residenciales causados por restos de misiles interceptores ucranianos (Patriot, S-300) que no alcanzaron su blanco o cuyos fragmentos cayeron en la ciudad. También en Arabia Saudí (2017–2020): En ataques de misiles hutíes contra Riad, restos de interceptores Patriot dañaron viviendas y vehículos en la capital. Finalmente, en Israel (2021, 2023), donde el sistema Cúpula de Hierro (Iron Dome) ha protegido ciudades, pero fragmentos de interceptores y misiles destruidos han caído en áreas urbanas, causando incendios y daños materiales (véase1 www.infobae.com  2 unidosxisrael.org ).

Fig. Tierras controladas por Rusia en Ucrania en agosto de 2025

Por otra parte, los medios principales de Alemania vienen definiendo la Guerra de Ucrania como un conflicto iniciado en 2022 tras “la invasión no provocada de Rusia en Ucrania”, frase que emplean tan unánimemente los medios occidentales que sugiere lo contrario de lo que afirma. Sin embargo, para el gobierno ruso en efecto, este conflicto no empezó en 2022 sino en 2014. Tras el Euromaidán, que para unos fue un levantamiento popular y para otros un golpe de estado, entre abril de 2014 y 2022, el conflicto en el Donbás enfrentó al nuevo gobierno de Kiev con milicias separatistas prorrusas en Donetsk y Lugansk. Entre abril de 2014 y 2018 el gobierno interino de Kiev lanzó una “Operación Antiterrorista” (ATO) tras la proclamación de las “repúblicas populares” de Donetsk y Lugansk. Esta operación Implicó despliegue del ejército, Guardia Nacional y batallones voluntarios en toda la región, con el objetivo de recuperar el control de ciudades ocupadas por milicianos prorrusos (Sloviansk, Kramatorsk, Mariúpol, etc.). La operación incluyó bombardeos de artillería y aviación en zonas urbanas, lo que provocó víctimas civiles.

Los acuerdos de Minsk I (2014) y Minsk II (2015) fueron formalmente un intento de evitar la escalada de este conflicto y establecer condiciones aceptables para ambas partes. Sin embargo, hubo varias declaraciones de líderes occidentales que, años después de firmados los acuerdos, reconocieron que en la práctica sirvieron para dar tiempo a Ucrania a fortalecerse militarmente frente a Rusia.

Angela Merkel (canciller de Alemania, 2005–2021) en entrevistas con Die Zeit y Der Spiegel en 2022, afirmó que “el acuerdo de Minsk fue un intento de ganar tiempo para Ucrania” y que ese tiempo se usó para que el país se volviera más fuerte. François Hollande (presidente de Francia, 2012–2017) en declaraciones posteriores, coincidió con Merkel en que Kiev firmó los acuerdos para ganar tiempo y reforzar su ejército. Recordemos que Francia y Alemania fueron garantes del acuerdo de Minsk junto con la OSCE.

Petro Poroshenko (presidente de Ucrania, 2014–2019) también reconoció públicamente que los acuerdos no se firmaron con la expectativa de cumplirlos plenamente, sino para detener la ofensiva rusa (separatista) en ese momento y rearmar a Ucrania (declaraciones recogidas en medios ucranianos y rusos en 2022).

Oficialmente, los acuerdos buscaban un alto el fuego, retirada de armas pesadas y un proceso político para reintegrar el Donbás con autonomía. Sin embargo, estas confesiones posteriores han sido interpretadas por Moscú como prueba de que Minsk fue una “estratagema” diplomática, mientras que en Occidente se justifican como una estrategia de contención para evitar que Ucrania fuese derrotada rápidamente en 2014–2015. Para mayor detalle, véanse: https://interferencia.cl/articulos/merkel-reconoce-que-acuerdos-de-minsk-sirvieron-para-que-ucrania-ganara-tiempo-frente, https://spanish.almanar.com.lb/698139, y https://nuevarevolucion.es/hollande-kiev-firmo-los-acuerdos-de-minsk-para-ganar-tiempo-y-fortalecer-su-ejercito/.

Batallas clave del conflicto fueron la de Sloviansk (2014), retomada por Kiev tras intensos combates; la del Aeropuerto de Donetsk (2014–2015), que sufrió un asedio prolongado, con gran destrucción urbana; la de Debáltseve (2015), que acabó con la retirada ucraniana tras una fuerte ofensiva separatista apoyada por Rusia; la de Mariúpol (2014–2015), donde ataques de artillería afectaron barrios residenciales.

Entre 2016 y 2021 el gobierno realiza reformas militares que incluyen la sustitución de la ATO por la Operación de Fuerzas Conjuntas (JFO), con mando militar centralizado, y una reestructuración de las fuerzas armadas, con su profesionalización y una mayor cooperación con la OTAN. Dentro de esta cooperación, países de la OTAN (como EE. UU., Reino Unido, Canadá, Polonia, Lituania, entre otros) participaron en programas de entrenamiento de las Fuerzas Armadas ucranianas. Por ejemplo, la misión Operation UNIFIER de Canadá y la Joint Multinational Training Group – Ukraine liderada por EE. UU. en Yavoriv (oeste de Ucrania). Se entrenaron decenas de miles de soldados ucranianos en tácticas de infantería, logística, desminado y mando.

La OTAN proporcionó asistencia técnica y material, con la entrega de equipamiento no letal (chalecos, visores, vehículos, sistemas de comunicación) y, a partir de 2018, con la entrega por EE. UU. de armas defensivas, como misiles antitanque Javelin. La OTAN reforzó también la interoperabilidad militar de Ucrania con estándares occidentales.

En 2019, Ucrania reformó su Constitución para fijar como objetivo estratégico la adhesión a la OTAN y la UE. Y en la cumbre de Bruselas de 2021, la OTAN reiteró que Ucrania tenía derecho a aspirar a la membresía, aunque no se le concedió un Plan de Acción inmediato.

Diversos reportajes (Washington Post, Yahoo News, Politico) han documentado que la CIA entrenó también a unidades especiales ucranianas desde 2015 en bases secretas en EE. UU. y en territorio ucraniano. El entrenamiento incluía tácticas de guerrilla, uso de armas avanzadas, inteligencia y comunicaciones. El objetivo declarado era preparar a Ucrania para resistir una posible invasión rusa a gran escala. La CIA colaboró también con el SBU (servicio de seguridad ucraniano) en operaciones de contrainteligencia contra redes prorrusas. Hubo asistencia en ciberseguridad y en interceptación de comunicaciones. Para mayores detalles véase https://es.wikipedia.org/wiki/Relaciones_entre_Ucrania_y_la_OTAN.

La guerra en el Este de Ucrania afectó notablemente a la vida de sus habitantes. Kiev estableció puestos de control y bloqueos en carreteras hacia las zonas separatistas. Se restringió el movimiento de los civiles, con necesidad de permisos especiales para cruzar la “línea de contacto”. Se arrestaron ciudadanos acusados de colaborar con milicias prorrusas. Se prohibieron partidos y medios considerados prorrusos. Y la SBU (servicio de seguridad ucraniano) investigó a gran parte de la población en busca de «espías» y propagandistas prorrusos.

En relación con el impacto directo de la guerra sobre la población civil entre 2014 y 2021, la ONU estimó más de 3.400 civiles muertos y 7.000–9.000 heridos. Alrededor de 1,4 millones de personas huyeron de la región, hacia Rusia o hacia el interior de Ucrania. Cortes de agua, electricidad y servicios básicos fueron habituales en ciudades cercanas al frente. Kiev acusó a los separatistas de usar a civiles como escudos humanos. Pero organizaciones internacionales documentaron también bombardeos indiscriminados por parte de las fuerzas ucranianas en zonas pobladas.

En conclusión, parece más preciso decir que el conflicto en Ucrania empezó ya en 2014, no en 2022, aunque la invasión rusa del territorio de Ucrania sí que empezó en 2022. Y que la expansión de la OTAN hacia el Este tras la caída de la URSS y la injerencia de ésta en Ucrania tras 2014 fueron antecedentes que jugaron un papel clave en la decisión del gobierno ruso de invadir Ucrania, sin duda más clave que el estado mental o psicológico de Putin.

Explicar el conflicto en Ucrania afirmando que Putin «está loco» o «es un psicópata» es completamente infantil, aunque son pseudo explicaciones que funcionan entre muchos cuando la población está efectivamente infantilizada por el monopolio del relato por parte de los grandes medios, todos propiedad de mil-millonarios o controlados por políticos que colaboran con ellos. La investigación académica en CC Políticas mantiene cierta autonomía general y es una fuente más fiable que la propaganda mediática, aunque menos conocida por la mayoría. Ningún académico de relaciones internacionales y casi ningún diplomático de carrera, intentarían usar afirmaciones del tipo de las citadas más arriba como explicaciones. Si queremos entender algo, sobre todo en tiempos de guerra, no podemos quedarnos sólo en la propaganda de uno de los lados; ni siquiera en la propaganda de los dos lados. Debemos atender a las perspectivas y los intereses geopolíticos de ambos lados, analizarla y sacar nuestras propias conclusiones. Si no, podemos acabar efectivamente en un mundo de fantasía conveniente para las élites de una de las partes en conflicto, o de las dos.

El Control de Oriente Medio

Oriente Medio es otro de las áreas críticas que menciona Brzezinski. Israel está en el corazón de Oriente Medio, cerca de rutas marítimas críticas (Canal de Suez, Mediterráneo oriental, Golfo Pérsico). Su ubicación permite a EE. UU. tener capacidad de intervención en una región clave para el comercio y la energía. La estabilidad de Israel es vital para asegurar el acceso y tránsito de hidrocarburos desde los países vecinos hacia Occidente. Además, es un contrapeso frente a Irán, miembro de los BRICS y nodo importante en la iniciativa china de la Franja y la Ruta, por lo que es un contrapeso de la influencia de Rusia y China en la región.

Israel es el país más tecnológicamente desarrollado en defensa de la región y sus sistemas (como la Cúpula de Hierro) y experiencia en guerra asimétrica son valiosos para EE. UU. Aunque EE. UU. tiene bases en países árabes, Israel es un aliado más confiable y estable políticamente y Washington puede usarlo como “portaaviones en tierra” para operaciones en Oriente Medio.

Por otro lado, el lobby pro-Israel (AIPAC y otros) tiene un peso considerable en el Congreso y en la política exterior de EE. UU. Muchos mil-millonarios de origen judío consideran un deber financiar a lobbies pro-israelíes en EEUU para prevenir la repetición de persecuciones que ha sufrido históricamente este pueblo. Por otra parte, Netanyahu declaró en septiembre de 2025 que el control de las principales redes sociales tenía una importancia clave para Israel, y junto con los grandes accionistas judíos ha presionado a Facebook-Meta, Instagram, Twitter / X y Youtube para que limite contenidos anti-israelíes o reduzca su visibilidad. También se reunió con distintos influencers norteamericanos pro-israelíes que el gobierno israelí financia para que den apoyo ideológico a las políticas de Israel.

Hay también un apoyo importante que procede del llamado sionismo cristiano. Muchos evangélicos consideran que el regreso del pueblo judío a la Tierra Santa y la creación del Estado de Israel en 1948 son cumplimiento literal de profecías del Antiguo Testamento (Ezequiel 37, Isaías 66, etc.). Además, creen que Israel jugará un papel central en los eventos apocalípticos descritos en el libro de Apocalipsis y que los acontecimientos en Israel son señales de que se acerca la segunda venida de Cristo.

La influencia del lobby israelí sobre gobierno y políticos norteamericanos ha dado casi impunidad a las iniciativas bélicas que Israel emprende en Oriente Medio, casi siempre con el visto bueno y la ayuda de EEUU.

Fig. Mapa físico, político y relieve de Oriente Medio 

Por otra parte, la región está siendo «estabilizada» a la americana de manera más amplia. El general retirado Wesley Clark (excomandante supremo aliado de la OTAN) declaró en 2007 que, poco después del 11‑S, un alto cargo del Pentágono le mostró un memorando interno en el que se hablaba de un plan para “derrocar a siete países en cinco años”: Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán.

Ese documento, según Clark, no era un plan aprobado oficialmente, sino un apunte interno que reflejaba un clima político-estratégico en ciertos círculos del Departamento de Defensa. Pero curiosamente todos estos países han sufrido ataques militares directos por parte de EEUU o sus aliados, o bien interferencias occidentales en su política interna durante las últimas décadas.

En Somalia EE. UU. ha mantenido desde los años 90 operaciones militares, empezando por la intervención humanitaria y de seguridad de 1992‑94 (Restore Hope), que derivó en enfrentamientos como la batalla de Mogadiscio (1993).

Desde mediados de los 2000, Washington ha realizado ataques aéreos y operaciones especiales contra Al‑Shabab (afiliado a Al Qaeda) y, más recientemente, contra células del Estado Islámico en Puntlandia.

En 2022 el Pentágono pasó de un modelo de despliegue “ad hoc” a una presencia militar persistente para entrenar, asesorar y equipar a las fuerzas somalíes.

En Sudán durante décadas, EE. UU. y la UE impusieron sanciones por violaciones de derechos humanos y apoyo al terrorismo (años 90 y 2000). Tras el derrocamiento de Omar al‑Bashir en 2019, potencias occidentales han participado en procesos de mediación y en el diseño de hojas de ruta hacia un gobierno civil. En 2023, en plena guerra civil entre el Ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), EE. UU., junto a Arabia Saudí, Egipto y EAU, propuso una tregua de tres meses y un plan de transición de nueve meses hacia un gobierno civil. El gobierno sudanés rechazó cualquier intervención que no respetara su soberanía. La implicación externa ha sido vista por algunos actores internos como apoyo a facciones rivales, lo que ha complicado la resolución del conflicto.

Los conflictos en Sudán parecen parte de una lucha geopolítica entre EEUU y sus aliados y el bloque China-Rusia. Sí. Tanto Rusia como China tienen intereses estratégicos claros en Sudán y, en menor medida, en Sudán del Sur, y esos intereses han influido en sus posturas y acciones durante los conflictos recientes.

Moscú lleva años negociando la instalación de una base naval en Puerto Sudán, en el mar Rojo, que le daría acceso estratégico a rutas marítimas clave y presencia permanente en África Oriental. También busca acceso a oro, minerales y otros recursos sudaneses. El grupo Wagner (y ahora su sucesor, Africa Corps) ha operado en el país ofreciendo seguridad, entrenamiento y apoyo político a cambio de concesiones mineras.

Rusia se presenta como alternativa a Occidente, sin condicionar su ayuda a reformas democráticas o de derechos humanos, lo que resulta atractivo para gobiernos militares o autoritarios. Aunque Wagner tuvo vínculos con las RSF de Hemedti desde 2017, el Kremlin actualmente parece inclinarse por un Sudán unificado bajo el general al‑Burhan, lo que le facilitaría acuerdos estatales estables.

En cuanto a China, es uno de los principales compradores de petróleo sudanés y sudsudanés. Ha invertido en oleoductos, refinerías y campos petroleros, especialmente en Sudán del Sur. Sudán es un punto relevante para la expansión de la infraestructura china en África y para asegurar rutas comerciales y energéticas. Pekín prefiere la estabilidad para proteger sus inversiones, pero evita confrontar directamente a las facciones en guerra. En Sudán del Sur, por ejemplo, ha mediado en procesos de paz mientras mantiene sus privilegios comerciales. Por otra parte, China mantiene su política de no condicionar la cooperación a cambios de régimen, lo que le permite trabajar con gobiernos enfrentados a Occidente.

En cuanto a los otros cinco países, han sufrido agresiones directas de EEUU y sus aliados: Libia, Líbano, Iraq, Siria e Irán. Sólo Irán está evitando por el momento (principios de octubre de 2025) convertirse en un estado fallido o en un país caotizado por facciones en lucha. Este parece ser el objetivo de las agresiones de EEUU y sus aliados contra los países que pueden convertirse en peligrosos para Israel y los intereses norteamericanos en la región.

Esta doctrina de desestabilización de países cercanos a Israel puede interpretarse como acorde a una Doctrina de “caos constructivo”, atribuida por algunos autores a ciertos círculos neoconservadores, que plantea que el reordenamiento de Oriente Medio a través de conflictos y cambios de régimen podría favorecer los intereses estratégicos de EE. UU. y sus aliados. También es acorde cob el Plan Yinon (1982), un ensayo publicado en Israel por Oded Yinon (no un plan oficial del gobierno) que sugería que la fragmentación de los Estados árabes en entidades más pequeñas y débiles podría beneficiar la seguridad israelí. Este texto ha sido citado por críticos como antecedente ideológico de la política de desestabilizaqción de los países “no confiables” de Oriente Medio, aunque no es política oficial de EE. UU.

Marco geostratégico de Mearsheimer

 Jean Mearsheimer, exponente contemporáneo del realismo ofensivo, caracteriza los órdenes internacionales según su número de polos y su naturaleza ideológica. En su artículo “Condenado al fracaso: auge y caída del orden liberal internacional”, sostiene que los órdenes multipolares y bipolares son necesariamente de corte realista, mientras que los unipolares pueden llevar tintes agnósticos o ideológicos. Un orden ideológico, basado en la expansión de valores universales («la democracia», «la libertad»), está condenado a una vida corta y suele derivar en un orden realista ante la aparición de nuevas grandes potencias. Esto parece concordar con lo que ha sido el orden unipolar norteamericano hasta recientemente.

Las recomendaciones estratégicas que plantea Mearsheimer para la política exterior de los EEUU serían las siguientes:

  • Reconocer la multipolaridad emergente y abandonar la misión de exportar la democracia liberal: Mearsheimer propone que EEUU se aleje del intervencionismo ideológico y acepte un sistema donde varias grandes potencias comparten influencia. Pasar de un orden ideológico a uno realista reduce el riesgo de choques por motivos de valores y minimiza el desgaste político y militar interno.
  • Evitar la expansión militar innecesaria que provoque reacciones en cadena:
    La expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas fue vista por Moscú como una amenaza existencial, desencadenando una respuesta militar. EEUU debe frenar la ampliación de alianzas en Europa del Este y Asia oriental para no incentivar contrabalances hostiles.
  • Adoptar una estrategia de “offshore balancing”: En lugar de desplegar fuerzas permanentes en todos los rincones del globo, EEUU debería apoyar a las potencias regionales (por ejemplo, Japón o Arabia Saudita) para contener a China y Rusia. De este modo, minimiza su coste militar directo y conserva la capacidad de respuesta rápida desde costas o puertos seguros.
  • Priorizar la diplomacia de poder y la disuasión nuclear: Mearsheimer subraya que las armas nucleares limitan la voluntad de las grandes potencias de escalar a una guerra total. EEUU debe mantener un arsenal creíble y emplearlo como herramienta de disuasión estratégica, al tiempo que fortalece canales diplomáticos discretos para bajar la tensión en crisis críticas.
  • Adaptar la mentalidad unipolar a la realidad multipolar: Según Mearsheimer, Occidente no supo ajustarse a un mundo con múltiples centros de poder, amenazando su liderazgo global. EEUU necesita reconfigurar su visión de seguridad nacional, centrándose en intereses concretos y evitando la percepción de arrogancia imperialista.

Según Mearsheimer, este reajuste no solo reduciría el riesgo de grandes conflictos, sino que también puede permitir a EEUU conservar recursos y legitimidad en un entorno global cada vez más competitivo. Desgraciadamente, la inercia de las instituciones del Estado Profundo norteamericano (véase Geopolítica, Guerra de Ucrania y Mundo Multipolar) son demasiado fuertes como para que tomen en serio estas lúcidas recomendaciones. La geopolítica real norteamericana aparenta coincidir mucho más con las recomendaciones de Wolfowitz y Brzezinski que con las de Mearsheimer, al menos por el momento.

Para mayores detalles véase:

Lo último de Mearsheimer – Global Strategy. https://global-strategy.org/lo-ultimo-de-mearsheimer/

La teoría de Mearsheimer y las cumbres de Alaska y Washington: una …. https://reporteasia.com/opinion/2025/08/21/la-teoria-de-mearsheimer-y-las-cumbres-de-alaska-y-washington-una-lente-para-la-realidad-geopolitica/

El Occidente no sabe adaptarse a un mundo multipolar. https://www.youtube.com/watch?v=xV58WtpLRh4

El Nuevo Orden Internacional promovido por China

El presidente chino, en la Organización de Cooperación de Shanghai de 2025, afirmó la necesidad de construir un nuevo orden mundial que respete la seguridad, las culturas y los intereses de desarrollo de todos los países. Esta declaración explicita la intención de China de poner punto final a ese juego geopolítico de EEUU de amenazar, atacar y debilitar a sus posibles competidores para mantenerse como hegemón mundial.

La herramienta material de este nuevo orden multipolar parece ser la Iniciativa de la Franja y de la Ruta. Para implementarla los chinos quieren estabilizar Afganistán y Pakistán, así como Oriente Medio.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), lanzada en 2013 por el presidente Xi Jinping, es hoy la mayor estrategia de conectividad mundial promovida por un solo Estado. Bajo la fórmula “una negociación, construcción y beneficio compartidos”, la BRI agrupa más de 200 acuerdos con 150 países y 30 organizaciones internacionales, integrando corredores terrestres y marítimos que vinculan Asia, Europa y África mediante ferrocarriles, carreteras, puertos y redes energéticas1.

En su vertiente terrestre, conocida como Franja Económica de la Ruta de la Seda, se proyectan rutas ferroviarias y de carretera a través de Asia Central, sin salida al mar, siguiendo históricos itinerarios de caravanas que unen ciudades chinas como Xi’an con Europa occidental. La Ruta Marítima del Siglo XXI conecta puertos del Sudeste Asiático, Oriente Medio, África y Europa a través de corredores marítimos en el océano Índico y el Mediterráneo.

Las inversiones comprometidas en infraestructuras superan el billón de dólares, abarcando puertos, líneas férreas, represas y tecnologías satelitales. Un estudio de 2019 proyectó que la BRI podría impulsar el PIB mundial en 7,1 billones de dólares anuales para 2040, mientras aspira a culminar sus principales obras en 2049, coincidiendo con el centenario de la República Popular China2.

Figs. Mapas global y detallado de la iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI)

En particular, las rutas que atraviesan Asia Central son de especial importancia en este plan. El Puente Terrestre Euroasiático (Nueva Ruta de la Seda terrestre) une China con Europa vía Kazajistán, Uzbekistán y Rusia. Se conecta con el Transiberiano y con ramales hacia Asia del Sur.

Esta Ruta de la Seda Terrestre permite conectar también con el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC) , una ruta multimodal (ferrocarril, carretera, marítima) promovida por Rusia para conectar San Petersburgo → Moscú → Mar Caspio → Irán → India. Permite llegar a Mumbai en menos de 25 días, frente a los 40–50 días de la ruta por Suez. Un análisis detallado se puede encontrar en: Conectividad Rusia-Irán-India (INSTC)

Fig. Corredor Norte-Sur conectando India con Rusia a través de Asia Central

El acuerdo intergubernamental que abrió el proyecto INSTC en el 2000 lo firmaron 13 miembros: India, Iran, Russia, Azerbaijan, Armenia, Kazakhstan, Kyrgyzstan, Tajikistan, Turkey, Ukraine, Belarus, Oman and Syria. Bulgaria se unió como estado observador, dado que un ramal de este corredor podría dirigirse también a Europa del Este. El INSTC no ha fructificado todavía, en gran parte debido a que las sanciones impuestas a Rusia e Irán debilitan su capacidad de inversión.

Quizás para competir con estas iniciativas ligadas a China y Rusia, EEUU y algunos de sus aliados están apostando por un corredor entre India y Europa, el IMEC, que trata de conectar Asia, Europe y Oriente Medio a través de países aliados y que aún está en un estado incipiente. Si bien el IMEC parece tener un mayor potencial de inversión con el compromiso de los gigantes económicos del Golfo –EAU y Arabia Saudita–, la segunda etapa, que tiene el puerto de Haifa en Israel (en el Mediterráneo), puede verse obstaculizada por la guerra en Gaza y la presión de los misiles de los hutíes de Yemen sobre los dos puertos de Israel mientras las campañas militares israelíes continúen.

La India parece haber jugado a las dos bandas en las últimas décadas, apostando tanto por el INSTC que conecta India, Irán y Rusia a través de Asia Central, como por el incipiente IMEC. Algunos analistas ven el IMEC y al BRI como competidores potenciales por el comercio con India  ( alternative to China’s Belt and Road Initiative (BRI) ). El mayor éxito de uno u otro dependerá de la influencia relativa que Occidente y el bloque Rusia-China logren sobre La India y sobre la zona de Asia Central y Oriente Medio.

La Ruta Marítima del Norte (Ruta del Ártico)

La Ruta Marítima del Norte, también llamada Paso del Noreste, recorre la costa ártica rusa desde el mar de Kara hasta el estrecho de Bering, reduciendo tiempos de viaje entre China y Europa a la mitad respecto al Canal de Suez. En septiembre de 2025, el Istanbul Bridge zarpó de Ningbo-Zhoushan hacia Felixstowe en 18 días, frente a los 40 días por Suez y 50 días bordeando el cabo de Buena Esperanza. Este atajo está orientado a la carga de alto valor, como componentes electrónicos y baterías de almacenamiento de energía, vitales para el comercio electrónico transfronterizo e industrias tecnológicas de China y Europa.

Rusia ejerce un control estratégico sobre esta ruta, valiéndose de su flota de rompehielos, incluidos los de propulsión nuclear. Pekín colabora con Moscú en proyectos logísticos –por ejemplo, la construcción de infraestructura portuaria en Arkhangelsk a cambio de participación accionarial– para garantizar el paso estival y diversificar sus canales de exportación frente a tensiones con Estados Unidos.

Fig. Recorrido del Paso del Noreste comparado con la ruta tradicional

 

Para mayores detalles véase: La iniciativa de la Franja y la Ruta de China que cumplió 10 años. Esto …. https://es.weforum.org/stories/2024/01/la-iniciativa-china-de-la-franja-y-la-ruta-cumple-10-anos-esto-es-lo-que-hay-que-saber/

Iniciativa Franja y Ruta – Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/Iniciativa_Franja_y_Ruta

China abre ruta ártica exprés a Europa: recorta envíos a 18 días y desafía al comercio de Estados Unidos. https://larepublica.pe/mundo/2025/09/22/china-abre-ruta-artica-expres-a-europa-recorta-envios-a-18-dias-y-desafia-al-comercio-de-estados-unidos-1626878

Importante puerto chino abre nueva ruta para llegar a Europa en 18 días cruzando el Ártico. https://www.swissinfo.ch/spa/importante-puerto-chino-abre-nueva-ruta-para-llegar-a-europa-en-18-días-cruzando-el-Ártico/90049762

(Multimedia) Puerto de Ningbo-Zhoushan lanza primera ruta de envío China-Europa a través de Ártico. https://spanish.xinhuanet.com/20250922/0f9e44745289468fb124f30eb6e1b2a9/c.html

La influencia de China en Medio Oriente: una evaluación detallada de su …. https://www.escenariomundial.com/2024/01/21/la-influencia-de-china-en-medio-oriente-una-evaluacion-detallada-de-su-ascenso-diplomatico-estrategico-y-economico/

La iniciativa de paz de China en Medio Oriente: ¿Una oportunidad o un …. https://nuevodia.mx/internacional/2025/06/20/crisis-medio-oriente-china-busca-paz-pero-costo.html

 

Las políticas de Estabilización Regional en Asia Central, Oriente Medio y África

Estrategias de China para la estabilización de Asia Central

Asia Central es el pilar terrestre de la Franja Económica de la Ruta de la Seda, y su estabilidad constituye un interés estratégico primordial para Pekín. Mediante la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO), instaurada en 2001 con Rusia y cuatro repúblicas centroasiáticas, China promueve:

  • Infraestructura energética: gasoductos como el China–Asia Central Pipeline conectan los yacimientos de Turkmenistán con China, reforzando la seguridad de suministro y generando interdependencia económica.
  • Desarrollo logístico: inversiones en la red ferroviaria que enlaza el oeste de China con Kazajistán, Uzbekistán y Turkmenistán, reduciendo el aislamiento de regiones de la llamada “China profunda”.
  • Cooperación en seguridad: ejercicios conjurados contra “tres fuerzas del mal” (terrorismo, separatismo, extremismo), que buscan contener tensiones étnicas y fortalecer la gobernanza local.
  • Diplomacia económica: financiación de proyectos agrícolas, centros de procesamiento de materias primas y zonas de libre comercio para generar empleo y contener flujos migratorios descontrolados.

Estas iniciativas buscan convertir Asia Central en un corredor estable y prospero, fundamental para el tránsito de mercancías terrestres de la BRI y para afianzar lazos políticos con la élite local.

Mediación e inversiones de China en Oriente Medio

China se ha posicionado como principal socio comercial de varios países del Golfo, incrementando en un 44,3 % sus intercambios con esas monarquías en 2021, incluso en plena desaceleración global. Las importaciones de hidrocarburos iraníes, vitales para su industria, y las adquisiciones de tecnología en Israel y Emiratos Árabes Unidos (EAU) ilustran su estrategia dual de dependencia mutua6.

Ante los conflictos en Gaza, Líbano o Yemen, Pekín ofrece planes de alto el fuego y conferencias de paz, presentándose como “potencia responsable”. Su apuesta diplomática incluye:

  • Propuesta de alto el fuego en Gaza y presión sobre las partes con comunicaciones bilaterales.
  • Facilitación de acuerdos energéticos y reconstrucción mediante instituciones chinas de créditos blandos.
  • Ejercicios navales conjuntos y acuerdos militares con EAU y Arabia Saudita, aliados tradicionales de EE. UU., a fin de reducir la hegemonía estadounidense en la región6.

El liderazgo en estas mediaciones combina pragmatismo económico y aspiración a proyectar imagen de “mediador global”, aunque persisten críticas sobre la ausencia de apoyo material efectivo y el riesgo de que la política de no intervención diluya su credibilidad si no ofrece resultados tangibles7.

En conclusión, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la Ruta Marítima del Norte y las estrategias de estabilización regional conforman un entramado complementario que potencia la presencia global de China. A través de infraestructuras, diplomacia económica y cooperación en seguridad, Pekín busca tejer una red de interdependencias que favorezca sus intereses comerciales y geopolíticos en Eurasia y África.

Cooperación con África y América Latina

En muchos países de África, Asia e incluso América Latina esta forma de relación casi exclusivamente comercial, y que no te impone medidas de “liberalización” ni dependencia política, es vista como una manera de escapar de las redes impuestas por los países occidentales y sus instituciones de gobernanza global (FMI, Banco Mundial, etc.). Esto ha dotado a muchos países de África de la capacidad inversora que les está permitiendo salir del estancamiento económico e incorporarse por primera vez a un desarrollo que en algunos lugares parece futurista, en gran parte de la mano de China. Véanse los ejemplos de:

  • Konza Technopolis (Kenia)
    Conocida como la Silicon Savannah, es un proyecto de ciudad inteligente a 60 km de Nairobi. Está diseñada para ser un hub tecnológico con rascacielos modernos, zonas verdes y sistemas de transporte inteligente.
  • Eko Atlantic (Nigeria)
    Construida sobre terrenos ganados al mar en Lagos, busca ser un centro financiero internacional con arquitectura ultramoderna, torres de vidrio y un malecón futurista.
  • Akon City (Senegal)
    Impulsada por el rapero Akon, se presentó como una ciudad inspirada en Wakanda (de Black Panther), con edificios de diseño orgánico y energías renovables. Aunque el proyecto ha tenido retrasos, su concepto sigue siendo icónico.
  • Diamniadio Lake City (Senegal)
    Una ciudad planificada cerca de Dakar, con edificios de diseño contemporáneo, avenidas amplias y un enfoque en sostenibilidad.
  • Kigali (Ruanda)                                                                                                                     Una ciudad que quiere convertirse en el «Silicon Valley» de África y albergar distritos con urbanismo sostenible adaptados a África.
  • Nueva capital administrativa de Egipto
    A 45 km de El Cairo, combina rascacielos (incluido el más alto de África), avenidas futuristas y un sistema de transporte eléctrico.

Fig. Proyecto para el centro de Kigali, capital de Ruanda

Fig. Recreación del proyecto de Akon City en Senegal

El éxito de estas iniciativas está siendo evidente pero su crecimiento a largo plazo dependerá de: (i) la capacidad de los países asociados para resistir las presiones de EEUU y países occidentales con intereses en la región; y (ii) su capacidad para equilibrar desarrollo, impactos ambientales y declive de fuentes energéticas.

La Geopolítica Reactiva de EEUU 

Se puede decir que la geopolítica de China consiste en reforzar las líneas de comunicación comercial con sus socios y reforzar la estabilidad política y económica de esos socios a cambio de ventajas comerciales. Mientras que EEUU parece desconcertado ante el reto que suponen estas nuevas iniciativas para las Instituciones de Gobernanza Global que él mismo había diseñado como potencia hegemónica global (véase Geopolítica, Guerra de Ucrania y Mundo Multipolar). La geopolítica de EEUU se vuelve cada vez más una estrategia reactiva: entorpecer el desarrollo de esas rutas globales que diseña China, tratar de dividir a los países que cooperan dentro de los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanhái, la ASEAN+3 (diez países de la ASEAN: Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia, Brunéi, Darussalam, Vietnam, Laos, Myanmar, Camboya, más tres países: Japón, Corea del Sur y China), la Asociación Económica Integral Regional (China, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y los 10 países de la ASEAN) o el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (con más de 100 miembros pero donde China es el accionista principal y tiene derecho de veto).

EEUU amenaza además con sanciones a países que no se alinean con sus políticas económicas o políticas. Esta percepción de EEUU como una potencia esencialmente destructiva, desconcertada, impredecible y que sólo se defiende a sí misma, puede estar ya socavando su «poder blando» de modelo confiable y digno de imitar, en favor de China, en muchos países del mundo.

Hay una competencia geopolítica entre dos modelos de organización de las relaciones internacionales: el unipolar heredado y liderado por EEUU con el apoyo de los países occidentales (que incluyen a Japón, Australia y Nueva Zelanda) versus el multipolar emergente liderado por China con el apoyo de Rusia y los BRICS.

Hay bastante evidencia de que Estados Unidos ha intentado limitar la cohesión de los bloques comerciales asiáticos dominados por China y ofrecer alternativas para reducir la dependencia de Pekín. No siempre se presenta como un intento de “dividir”, pero en la práctica busca fragmentar consensos regionales y reforzar alianzas selectivas (https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-53082023000300035 ).

En 2017, EE.UU. se retiró del TPP (Acuerdo Transpacífico), lo que abrió espacio a China para impulsar el RCEP. Posteriormente, Washington promovió el Indo-Pacific Economic Framework (IPEF) (2022), que incluye a varios países de la ASEAN, Japón, Corea, India y Australia, pero excluye a China.

EE.UU. ha buscado acuerdos bilaterales con países como Vietnam, Filipinas o Singapur para reducir su dependencia comercial de China. En ocasiones, ofrece incentivos (inversión, acceso a tecnología) a cambio de limitar la cooperación con Pekín.

A través del Quad (EE.UU., Japón, India, Australia) y la alianza con Filipinas, Washington vincula seguridad marítima y comercio, presionando a países del Sudeste Asiático a alinearse contra China en disputas del Mar de China Meridional. Esto genera tensiones dentro de la ASEAN, que oficialmente busca neutralidad. EE.UU. insiste en que la excesiva integración con China puede derivar en “trampas de deuda” o vulnerabilidad estratégica. Esta narrativa busca sembrar dudas en países que participan en la Franja y la Ruta.

No se puede decir que EE.UU. haya “roto” estas asociaciones, pero sí que ha intentado dividir posiciones internas y ofrecer marcos alternativos para debilitar la influencia comercial y estratégica de China en Asia.

Mucho más peligroso sería que EEUU intente conseguir ventajas geopolíticas apoyando una hipotética independencia de Taiwan, que China considera parte histórica de China, al igual que la ONU, y cuestión de tiempo su reunificación, probablemente bajo la fórmula de Hong-Kong de “un país dos sistemas” ( https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2024/DIEEEA42_2024_ABEROM_Taiwan.pdf, www.latercera.com2www.politica-china.org , www.europapress.es , es.wikipedia.org5www.dw.com , www.politica-china.org , www.dw.com ).

Fig. China continental (en morado) versus Taiwan (en naranja)

¿Qué ventajas podría obtener EE.UU. de una independencia de Taiwán?

  • Ventaja estratégica-militar: Taiwán está en el corazón de la llamada primera cadena de islas, que va de Japón a Filipinas. Si Taiwán fuera plenamente independiente y aliado de EE.UU., Washington consolidaría un “muro” marítimo que limitaría la proyección naval china hacia el Pacífico.
  • Ventaja tecnológica y económica: Taiwán alberga a TSMC, líder mundial en microchips avanzados (produce más del 90% de los más sofisticados). Un Taiwán independiente y alineado con EE.UU. aseguraría a Washington y sus aliados el control de un recurso crítico para la economía y la defensa.
  • Ventaja política e ideológica: Sería un golpe a la narrativa del “rejuvenecimiento nacional” de Xi Jinping, que considera la reunificación con Taiwán un objetivo histórico irrenunciable. Reforzaría la imagen de EE.UU. como garante de la “democracia” en Asia frente al autoritarismo chino.

Ahora bien, ¿es plausible que EE.UU. use su poderío militar para lograrlo? Desde 1979, EE.UU. mantiene la “política de una sola China”, pero con la Ley de Relaciones con Taiwán se compromete a ayudar a la isla a defenderse. Su apoyo militar es creciente: Washington ha aprobado miles de millones en asistencia militar y entrenamiento para Taiwán. Joe Biden llegó a decir en varias ocasiones que EE.UU. defendería militarmente a Taiwán si China atacaba, aunque la Casa Blanca luego matizó esas palabras.

Un apoyo militar directo para forzar la independencia sería visto por Pekín como una “línea roja absoluta”. Dado que ambas potencias son nucleares, la mayoría de analistas considera muy improbable que EE.UU. intente imponer la independencia por la fuerza.

El escenario más probable es que EE.UU. seguirá reforzando la capacidad defensiva de Taiwán y usando la isla como pieza de presión estratégica contra China, pero sin dar el paso formal de reconocer su independencia. Lo más probable es que Washington siga en la línea de “ambigüedad estratégica”: apoyar a Taiwán lo suficiente para que resista, pero sin cruzar la línea de la independencia formal.